24 diciembre 2006

10 diciembre 2006

Murió el dictador

Nada más que agregar.

24 noviembre 2006

El anticristo, primera parte

Nunca quise provocarlo, pero misteriosamente ocurría. Todo comenzó con un mal pensamiento, allá por el año 1995, en la esquina de dos calles muy transitadas, en medio de una discusión de pareja. Ella me enrostraba la falta de compromiso con su embarazo –que también era mío- mientras mis ácidos comentarios lindaban en la indiferencia, quejándome de su histeria. De pronto una imagen aterrizó en ese espacio que pareciera estar en medio de los ojos, en el lóbulo frontal y se quedó allí por un segundo. “Ojalá pierda esa guagua” y simbolicé una existencia más feliz. Rápidamente borré ese momento futuro y sancioné a ese otro yo por pensar ese tipo de cosas. La discusión siguió. Ella lloraba, así que esa noche dormí en el living. Pero no terminó allí. A la mañana siguiente, mientras tecleaba una crónica en mi oficina de un diario ya desaparecido de los kioskos, sonó mi teléfono celular. Era su número. No atendí. Sonó por segunda vez. Nuevamente no contesté. La tercera oportunidad –es la vencida, dicen- apreté el botón aceptar. Era ella que, llorando, me culpaba por haber perdido a nuestro hijo. Quedé impávido. Me culpé. Fui a la clínica, pero no me recibió en su pieza. Desde aquel día nunca más volví a verla, salvo para sacar los pocos enseres que tenía en aquel departamento. Transcurrieron algunos años donde mi compañera fue la culpa, mezclada con la coincidencia. ¿Cómo era posible que un solo pensamiento instantáneo se cumpliera en tan poco tiempo? Mi consuelo vino en otras mujeres, quienes maternalmente me consolaban diciendo que era sólo un capicúa que la historia suele ponernos en el camino. Nada más. Me lo creí. Inicié otra relación con el olor a incienso de los días mejores. Rebeca era su nombre. Pelirroja de nacimiento, era el fetiche erótico de todos sus vecinos. Su andar, la manera en que se desnudaba era todo un desafió para evitar desgarrarle la ropa en forma brutal. Sus recetas eran tan extrañas para mí, que las calificaba de “cocina marciana”. Pero como todo en la vida había una cara oscura. No de ella, claro, sino de su ex, Amaru, un sujeto mucho más guapo y sexy que yo, que la acosaba día a día, minuto a minuto para que volvieran, desde que su relación había terminado, nueve meses antes. Un loco de patio, sin ninguna duda. Un macho que, pese a sus evidentes atributos físicos, siempre había tenido mala suerte con las mujeres, le comentó a un amigo en común. Soy enemigo de este tipo de dichos, del pelambre, pero Amaru, un día jueves que nunca olvidaré, nos encontró en plena calle e inició su perorata para que reiniciaran su relación. Yo observaba esta escena patética, hasta que inició los ataques en mi contra, cuestión que resolví tomando fuertemente del brazo a “mi mujer” y nos retiramos del lugar. El la tomó por la otra extremidad y, como si se tratara de la disputa de un animal recién degollado, la solté. Ambos cayeron. Ella se golpeó la cabeza. Comenzó a sangrar, mientras la ira me agolpaba la cabeza, la cara, las manos. Pese a todo me controlé. Detuve un taxi, la metí a la fuerza y me la llevé a casa para consolarla y curarla. Allí mi mente deseaba lo peor para el sujeto. Claro, no la muerte. Debía sufrir un poco más. Lo que había hecho no tenía precio cuantificable en dolor. Nuevamente me detuve. Me concentré en Rebeca. Era lo mejor. No pasó una semana cuando Amaru, bajando la escalera de su trabajo sufrió un accidente brutal y quebró una de sus caderas. Nuevamente mis pensamientos habían dado resultado, pero esta vez, asesiné mi culpa. Lo admito. Era 1998.
Eran dos hechos regidos por el mismo sujeto. Mi otro yo. Algunos elementos comunes. Una mujer, yo, una situación y/o persona que se interponía en mi camino o intentaba dañarme. De allí en adelante siguieron otras, Andrea, Manuela, Lorena. Y otros hechos. Otras venganzas. La primera me fue infiel y decidí terminar. Al corto tiempo chocó en su automóvil recién comprado y resultó herida grave. Nunca más tuvo la belleza que la caracterizaba. La segunda, aunque nunca tuve una prueba concluyente, sentí que había hecho desaparecer en uno de sus bolsillos, 150 mil pesos que tenía bajo el colchón, como las abuelitas. Perdí la confianza en ella. Me separé. En menos de un mes le descubrieron un cáncer cerebral. Esta vez, eso sí, no podía creerlo. Los anteriores eran hechos concretos. La coincidencia seguía. Era patente, casi podía tocar mis pensamientos que por cierto estaban de por medio. Lorena fue operada. Nunca fue la misma luego de la trepanación. Sus ojos, su mirada, quedaron perdidas en el infinito, como si los cuerpos enfrente fueran lo más parecido a suave vapor. ¿Qué hacer?, pensé. Quizá morir. ¿Empezar de nuevo? ¿Exorcismo? ¿Una santiguada con hierbas medicinales? ¿Una machi balbuceando palabras en Mapudungún? Sencillamente no imaginaba una solución. Pero el amor llegó pronto. Olvidar los malos momentos siempre ha sido una de mis virtudes, lo admito. Conocí a Juana de Arco, apodada Ximena. Una joven delgada, algo más rubia que teñida, ubérrima y de cara risueña. Casi me da pena contar cómo terminó este tórrido romance. Lo más seguro es que, al seguir esta historia, adivinarán que ella, él o ellos, sufrieron un accidente, enfermedad o cualquiera de las anteriores. Pues no. La vida fue un tanto más rosa, más relajada, sin que el odio se escapara por una de las rendijas que la historia nos va dejando como marcas universales. Así se fueron tres años de mi vida. Llenos de sueños, como todo lo que emprendo, aunque sea lustrarme los zapatos cada mañana. Un avión, una pista de aterrizaje, un detective de policía internacional fueron la catapulta de todos mis miedos para la reaparición del odio, esta vez más tecnificado, más sólido, más biopoético y ancestral. Era necesario retocar un poco el destino de mis enemigos, aportar a sus desgracias. Tenía claro que no tenía que hacer ningún esfuerzo mayor que pensarlo, pensarlo y el universo, con todas sus leyes a mi favor, ejecutaría la acción. Lo siento, soy el anticristo.

22 octubre 2006

FIESTA MULTIETNICA II, VERSIÓN 1









17 octubre 2006

carrete multiétnico






04 octubre 2006

02 octubre 2006

24 septiembre 2006

Meta-ausencia




Anoche tuve un sueño donde aparecieron muchos rostros y penas pasadas, llantos perdidos en algún archivo comprimido en la memoria, muchas manos, gemidos y puertas que se abren y cierran, dejando pasar ese aire que se evapora sólo por existir.
Estaban tú, ella y aquellas, esos, unos y otras, muchas caras desgarradas, un bolso a medio terminar y un camino lleno de éxitos y un motor de ferrocarril que se niega a desaparecer, cubriendo el recorrido entre el alma y el futuro más próximo.
Es como una meta-ausencia, ausencia de mí, como si los tornillos que me afirmaran a la tierra se soltaran cada cierto tiempo y flotara mirando todo desde una prudente distancia.

Y así observo la carretera, desde que nací hasta hoy. Y recuerdo, por ejemplo, como fue que besé a Mabel González aquella mañana del 6 de abril de 1976 en los baños de la escuela pública DN-63 y la ira, el dolor y la pena cuando la profesora –Carmen Corvalán- la amarró con su delantal a la silla por ser más activa que el resto; también ese ataque de heroísmo cuando me abalancé, con tijera en mano, contra la decisión de la maestra y cortando la tela, liberé a ese amor pueril, huyendo de la sala, corriendo por las escaleras, mientras ella lloraba –y yo también- por ese acto de violencia simbólica, escondiéndonos en una vieja bodega por varias horas.
Ella fue echada del colegio, yo recriminado, pasado al ostracismo del último puesto de la sala, separado por dos ó tres metros del último compañero, en una especie de infierno creado para el efecto.

Sobreviví, como tantas otras veces, a la injusticia contra la libertad, contra mi libertad. Vinieron así otras, muchas, miles quizá, ya perdí la cuenta y este balance, histórico, de oficio periodístico y recopilador, comienza este domingo a sólo días de cumplir 36 años, tal vez, la mitad de mi vida.

18 septiembre 2006

MOISES NAIM: "En casi todo el mundo declina el poder de los gobiernos"

ESTA ES UNA NOTABLE ENTREVISTA AL EDITOR DE LA REVISTA FOREIGN POLICY, DONDE SE VEN LOS ALCANCES DE LOS CAMBIOS MUNDIALES Y CÓMO AMÉRICA LATINA, SEGÚN EL AUTOR YA NO ES -"NECESARIAMENTE- EL PATIO TRASERO DE ESTADOS UNIDOS, SINO LA ATLÁNTIDA, ADEMÁS DE HABLAR SOBRE EL PACTO DE LIBRE COMERICIO DE FACTO QUE HUGO CHAVEZ TIENE CON ESTADOS UNIDOS. DISFRUTENLA.


Fabián Bosoer.
fbosoer@clarin.com

El último número de la revista Foreign Policy que usted dirige tiene un título provocativo referido al 11 de setiembre de 2001: "El día que no cambió mucho". ¿Supone una revisión autocrítica de lo que se dijo entonces, bajo los efectos de la conmoción por los atentados?

—Es evidente que en muchas partes del mundo hubo un gran cambio a partir del 11-S. Y en general, el mensaje central fue que el mundo había cambiado. Es imposible, para quienquiera que tome un avión, para los habitantes de Irak, de Afganistán o de Nueva York no pensar que el mundo cambió. Sin embargo, cuando uno ve las estadísticas y observa a escala global, lo cierto es que el 11 de Setiembre afectó a un nicho muy específico de la población mundial. Hay una enorme mayoría de la población del mundo para la cual el 11 de Setiembre ha sido absolutamente irrelevante. Pensemos en los millones de personas en China, en la India, en gran parte de Asia o en América latina. El 11 de Setiembre redefinió cosas importantes, es cierto, pero básicamente en temas militares relacionados con los EE.UU. y con la política norteamericana en Oriente Medio.

# ¿Qué es lo que los analistas y expertos no supieron ver o anticipar sobre el escenario emergente luego del 11-S?

—Una de las ideas más difundidas dice que hay una gran concentración de poder. Yo, en cambio, lo que veo con mayor preocupación es que el poder se está diseminando y que hay una tendencia a una difusión y dispersión del poder. Y eso tiene tantos riesgos como una excesiva concentración de poder.

# ¿Se refiere a la guerra en Irak?

—Por ejemplo, pero no solamente. Cuando uno piensa en quiénes tienen en jaque al ejército más poderoso del mundo, ¿cuál es la respuesta? Unos insurgentes en Irak, mal armados, que construyen bombas de manufactura casera; una red como Al Qaeda, de la que se desconocen sus reales capacidades y gran parte de sus movimientos. Esto lo vemos reproducido también en otros ámbitos de la actividad humana: los poderosos están teniendo muchos problemas y limitaciones para ejercer su poder.

# ¿Por ejemplo?

—El New York Times acaba de definir que su principal "amenaza" y competidor es una compañía creada en 1998 que se llama Google. La Enciclopedia Británica, creada allá por el 1700, ha sido desplazada por la Wikipedia, una enciclopedia voluntaria que se encuentra en Internet, que es doce veces más grande y que tiene sólo cinco años de existencia. Los bancos centrales, aun aquellos que tienen enormes cantidades de reservas, están bajo presión constante de los fondos de inversión y de quienes pueden mover dinero alrededor del mundo. Los sindicatos, el Vaticano... Escoja usted cualquier actividad humana importante y va a encontrar que los actores poderosos tradicionales deben coexistir con una miríada de pequeños y nuevos micropoderes que pueden imponer serios límites.

# Sin embargo hay muchos ejemplos también de gobiernos y presidentes que tienden a concentrar su poder.

—En realidad, son muy pocos los gobiernos que tienen un poder absoluto. De hecho, en la mayoría de las democracias donde hay elecciones limpias y competitivas, el margen de victoria ha venido disminuyendo. Lo normal en una elección limpia, desde hace unos años, es que el resultado sea casi un empate. Lo vimos en Alemania con el duelo entre Schroeder y Angela Merkel, en Italia entre Berlusconi y Prodi, en Perú con Alan García y Ollanta Humala; últimamente en México con Andrés López Obrador y Felipe Calderón. Lo que se llama "victorias por avalancha" es un fenómeno en extinción. Existen, ocasionalmente, como Koizumi en Japón, o Chirac, cuando hubo la amenaza de los votos de Le Pen. Salvo esas excepciones, una elección normal es una en la que se gana por muy poquito. Los gobiernos tienen que gobernar con mayorías precarias, con coaliciones frágiles y con todo tipo de limitaciones.

# ¿El actual gobierno de los Estados Unidos entendió el problema y le dio una respuesta equivocada? ¿O se equivocó en el diagnóstico?

—No veo que ellos hayan diagnosticado eso. Lo que diagnosticaron, y en lo que se equivocaron, fue una sobreestimación del poder de los EE.UU.; de la capacidad de las soluciones de fuerza y de actuar a solas en un mundo globalizado mucho más inestable.

# ¿Y cómo se sale de Irak ahora?

—Estamos viendo las últimas etapas de ese proceso y es inevitable que haya un debate importante; EE.UU. va a salir de Irak, con todo tipo de consecuencias negativas, que son las que argumenta el equipo de Bush para explicar por qué hay que quedarse. Sin embargo, fuera de decir "si nos vamos, viene la catástrofe", no tienen mucho que decir sobre qué pasa si nos quedamos. La solución no parece ser mantener 130 mil soldados americanos, que intentan patrullar y evitar una guerra fratricida sectaria entre shiítas y sunnitas, más la insurgencia antiamericana. Están empantanados: quedarse es una catástrofe; pero irse, en estas condiciones, también es una catástrofe.

# ¿Cómo se inserta América latina en este contexto?

—Desde el punto de vista del resto del mundo, América latina era siempre tratada como el patio trasero de los EE.UU. Era un tema de los EE.UU., que intervenían o no intervenían en sus asuntos internos, apoyaban o no a gobiernos, promovían y defendían sus intereses, etc. Después del 11-S, ahí sí hubo un cambio importante, porque América latina dejó de ser el patio trasero y se volvió la Atlántida, el continente perdido. Básicamente, desapareció del mapa de Washington y de las capitales europeas, de los inversionistas, de los periodistas. Hubo un gran desinterés. Ese desdén fue inmediatamente reemplazado y la Atlántida empezó a reaparecer, convertida en Afganistán.

# ¿Por qué en Afganistán?

—No porque en América latina hubiera talibanes y terroristas suicidas, sino porque es el perfecto ejemplo de lo rápido que EE.UU. pierde influencia en un lugar cuando lo desatiende. EE.UU. casi ganó la Guerra Fría en las montañas de Afganistán. Y después de eso, se desentendió y se fue. Ese vacío fue llenado por los talibanes y por Osama bin Laden. Después de que ganó la guerra en 2002, se fue a Irak. Abandonó Afganistán y ahora están otra vez los talibanes resurgiendo. En América latina le pasó algo parecido. El Consenso de Washington era la manera como los gobiernos ganaban elecciones, prometiendo reformas económicas, en los años 90. Argentina llegó a tener vínculos muy fuertes con los EE.UU. Venezuela era un aliado natural, suministrador de petróleo. En Bolivia, había reformas económicas basadas en el Consenso de Washington. En Colombia, el Plan Colombia; y en otras partes fluían las inversiones y las compañías norteamericanas estaban en plena expansión. América latina era un lugar muy cercano políticamente a los EE.UU. Cuando se desentendieron, al muy poco tiempo, el hombre más influyente es Hugo Chávez.

# ¿Es el fenómeno de Hugo Chávez una respuesta o una consecuencia de las políticas de Washington hacia la región?

—Nadie en América latina, ni siquiera los más fervientes admiradores de Hugo Chávez, estarían dispuestos a apostar que ese modelo es sostenible si el petróleo no está a setenta dólares el barril y si Venezuela no tiene esa avalancha de dólares provenientes de los EE.UU. El modelo de Chávez es posible sólo si uno tiene un acuerdo de libre comercio petrolero con los EE.UU. y eso es lo que está ocurriendo.

# ¿Dice que Venezuela tiene un acuerdo de libre comercio con EE.UU.?

—Chávez denuncia a diario los acuerdos de libre comercio de sus vecinos latinoamericanos con los EE.UU., mientras que él y su país, bajo su mandato, han hecho la mayor expansión del libre comercio de facto. Venezuela ha sido siempre, y lo sigue siendo con Chávez, un principal proveedor, EE.UU. es el principal mercado del petróleo venezolano. A su vez, Venezuela es el país que ha tenido el mayor aumento en la importación de manufacturas y productos norteamericanos. ¿Qué es eso si no un acuerdo de libre comercio de hecho?

31 julio 2006

Fidel delega poderes por primera vez en el régimen castrista

De acuerdo a una declaración leída a su nombre en la televisión local, el líder cubano comunicó que será reemplazado provisionalmente por su hermano Raúl Castro, debido a que se recupera de una complicada operación quirúrgica.



Agencias
La Nación

El gobierno cubano anunció hoy que el Presidente Fidel Castro, delegó con carácter provisional la presidencia del Gobierno y del Consejo de Estado, y de comandante en jefe del Ejército en su hermano Raúl Castro, segundo hombre del régimen, un hecho que ocurre por primera vez en la historia del régimen castrista.

De acuerdo con el comunicado que llevaba la firma del propio Castro y leído a través de la televisión local por su jefe de despacho, Carlos Valenciaga, el veterano líder de 79 años sufrió una crisis intestinal con sangrado.

Según esta versión, la crisis le habría sobrevenido por el "enorme esfuerzo" realizado durante su reciente visita a Argentina para participar en la Cumbre de Mercosur y su intervención en los actos por el aniversario del asalto al cuartel Moncada tras su vuelta a La Habana.

Durante esa estancia en Córdoba, Castro fue la figura principal de un masivo acto alternativo, en la denominada Cumbre de los Pueblos, donde brindó un discurso de casi tres horas.

Consultado en aquella oportunidad por los periodistas, Castro comentó "yo me muero casi todos los días", en alusión a su salud y a los constantes rumores sobre su fallecimiento, para agregar seguido que "de verdad, me siento muy bien".

Además, efectuó una visita a la casa que en la localidad de Alta Gracia, a unos 30 kilómetros al sur de Córdoba, ocupó Ernesto “Che” Guevara. En las actividades masivas, Castro estuvo acompañado del Presidente venezolano, Hugo Chávez, que se ha convertido en los últimos años en el principal aliado en la región de La Habana.

Descanso temporal

De acuerdo al texto leído por Valenciaga, FidelCastro expresa que su estado de salud "me obliga a permanecer varias semanas de reposo alejado de mi responsabilidades y cargos".

Por tanto, y en un hecho inédito, Castro ha delegado además con carácter provisional sus funciones a otros miembros del gobierno y del buró político del Partido Comunista.


En materia de salud, delegó en José Ramón Balaguer Cabrera, y en temas de educación en José Ramón Machado Ventura y Esteban Lazo Hernández. En cuanto a energía, nombró provisionalmente a Carlos Lage Dávila, secretario del Comité ejecutivo del Consejo de Ministros.

Lage además supervisará los fondos para estos tres programas, considerados tres prioridades de la revolución, junto con Francisco Soberón, presidente del Banco de Cuba, y el canciller, Felipe Pérez Roque.

El mandatario cubano ha decidido posponer al 2 de diciembre las celebraciones por su 80 cumpleaños, el 13 de agosto, en coincidencia con el 50 aniversario del inicio de la lucha armada revolucionaria, y mantener la convocatoria de la Cumbre del Movimiento de los Países No Alineados, prevista para el próximo septiembre en La Habana.

18 julio 2006

Fiscal interroga a Contreras por denuncia de Marco A. Pinochet

* Prosecutor antimafia se constituye hoy en penal Cordillera

* Héctor Barros se reunió ayer también con el ministro del caso Huber, Claudio Pavez, a quien le pidió una copia del informe donde el ex jefe de la DINA acusó que los Pinochet se enriquecieron con el narcotráfico.

Jorge Molina Sanhueza

El fiscal jefe de crimen organizado de la Fiscalía Regional Sur, Héctor Barros, interrogará hoy al ex director de la DINA, general (R) Manuel Contreras Sepúlveda, en el penal Cordillera, en el marco de la “denuncia calumniosa” interpuesta por Marco Antonio Pinochet, hijo del ex dictador.

La diligencia se realiza en el marco del informe que entregó el ex jefe de ese servicio represivo al ministro del caso Huber, Claudio Pavez, donde asegura que Pinochet y su familia se enriquecieron con dineros provenientes del narcotráfico, dichos publicados por La Nación Domingo el 9 de junio.

La competencia del fiscal Barros para investigar los dichos de Contreras se inició luego que el Undécimo Juzgado de Garantía acogiera a tramitación la acción legal interpuesta por Marco Antonio, a través de su abogado Luis Pacull.

Por esta razón, Barros se reunió ayer por la mañana con el ministro Pavez, en su despacho de la Corte de Apelaciones de San Miguel, donde mediante un oficio formal le solicitó copia del documento enviado por Contreras. El informe en cuestión llegó ayer por la tarde a la oficina del prosecutor especializado en delitos mafiosos.

La fuente

El origen de los dichos de Contreras proviene de la declaración de un ex espía del Ejército, mayor (R) Abel Sepúlveda Gutiérrez, quien aseguró ante el juez Pavez que el coronel Gerardo Huber Olivares -asesinado en 1992 por su vínculo con el tráfico de armas a Croacia- tenía vínculos de amistad con el ex jefe de la DINA.

Por esta razón, el magistrado decidió tomarle declaración en el penal Cordillera, donde cumple condena por la desaparición del militante del MIR Miguel Ángel Sandoval, pero como se alargó demasiado la diligencia le pidió que sus dichos quedaran estampados en un informe.

Ahora bien, el fiscal Barros debe investigar si la denuncia hecha por Contreras es verídica y sobre esa base resolver si continúa adelante con la indagatoria -que podría entregar elementos nuevos respecto a si los Pinochet se enriquecieron con el narcotráfico- o bien derivar la presentación al Juzgado de Garantía para que se aplique el “procedimiento simplificado” o bien al antiguo sistema procesal si es que encuentra nuevos delitos.

Encuentros

De allí que el prosecutor de crimen organizado se reunirá en los próximos días con el ministro Carlos Cerda, que sustancia el proceso por la fortuna de Pinochet en los paraísos fiscales, como también con el magistrado Alejandro Madrid, que tramita la causa por el homicidio del químico de la DINA Eugenio Berríos Sagredo.

Cabe recordar que Contreras dijo que este último era quien fabricaba cocaína en el Complejo Químico del Ejército en Talagante, la que era comercializada por Marco Antonio, el empresario de origen sirio Edgardo Bathich, y distribuida en Europa por el tío político de éste, el traficante de armas y drogas Monser al Kassar.

Esta operación, según Contreras, contó con la autorización de Augusto Pinochet y con el silencio que se le impuso a Huber, quien habría sido asesinado no sólo por estar vinculado al tráfico de armas antes mencionado, sino por el conocimiento que tenía de las operaciones de droga que hacía su hijo Marco Antonio. LN

17 julio 2006

Piloto de Augusto Pinochet confesó haber lanzado al mar a cinco frentistas en 1987

* EL “CHINO CAMPOS” CARGÓ LOS CUERPOS EN PELDEHUE Y LOS DEJÓ CAER FRENTE A LAS COSTAS DE SAN ANTONIO.

* Las víctimas fueron inyectadas con un veneno que les quitó la vida, por un enfermero de la CNI apodado “el Quincy”, quien se suicidó hace cuatro años.

Jorge Molina Sanhueza

Un hombre al que Augusto Pinochet siempre le confió su vida fue quien rompió el silencio en el proceso por la desaparición de los cinco militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), ocurrido en 1987, sustanciado por el ministro Hugo Dolmestch.

Apodado el “Chino Campos” por sus camaradas en el Comando de Aviación del Ejército -y uno de los pilotos de confianza del ex dictador- contó hace algunas semanas al magistrado cómo en septiembre de 1987, su jefe, el coronel Mario Navarrete, le ordenó usar uno de los helicópteros institucionales para viajar junto a un subalterno hasta la zona de Peldehue a buscar unos paquetes. Estos últimos eran nada menos que los cuerpos de los frentistas Gonzalo Fuenzalida Navarrete, Julio Muñoz Otárola, José Peña Maltés, Alejandro Pinochet Arenas y Manuel Sepúlveda Sánchez, quienes habían sido detenidos días antes por agentes de la desaparecida Central Nacional de Informaciones (CNI), para canjearlos por el coronel Carlos Carreño, secuestrado por el grupo paramilitar de izquierda.

Viaje secreto

El ministro Dolmestch hizo un verdadero trabajo de joyería junto con la Policía de Investigaciones en este caso. Y ello, porque el círculo estaba completamente cerrado y compartimentado en torno al manejo de la información sobre estos hechos. Pero el tiempo pudo más.

El “Chino Campos” relató que para dicha operación viajó junto a su copiloto, un oficial que aún está en servicio activo en la institución, en una agregaduría militar en Europa, cuya identidad este medio se la reserva hasta que, posiblemente, el ministro lo procese en los próximos días.

De hecho el jefe de la Brigada de Asuntos Especiales y Derechos Humanos, Rafael Castillo y su colega Mario Zelada, recorrieron el viejo continente buscando precisamente a un testigo clave para el proceso.

Para el caso del oficial activo, y como ha sido la tendencia en el Ejército con los funcionarios que estén involucrados en casos de violaciones de los derechos humanos, será alejado de la institución.

Pero el hecho de que se haya ocupado uno de los helicópteros de Pinochet no era una prueba suficiente, salvo porque el “Chino Campos” aseguró en su testimonio que la orden provino del ex dictador.

Pasos macabros

¿Pero cómo se configuró la operación? El ministro Dolmestch acreditó que la misma estuvo separada en tres etapas. La primera de ellas fue la detención de los frentistas. Por ese hecho -que sirvió en primera instancia para que fueran luego asesinados- están sometidos a proceso desde el 2002, el jefe de la CNI, general (R) Hugo Salas Wenzel, el comandante (R) Krantz Bauer Donoso, mayor (R) Álvaro Corbalán, capitán (R) Luis Sanhueza Ros; los suboficiales (R) Manuel Ramírez y René Valdovinos y los empleados civiles de Ejército César Acuña, Manuel Morales, Luis Santibáñez y Víctor Ruiz Godoy.

Ahora bien, el ministro tiene una segunda convicción. Una vez detenidos los frentistas la orden venida desde el alto mando fue que el régimen no negociaba con terroristas. La sentencia de muerte entonces estaba firmada.

Fue así como en la CNI se designó a Francisco “Gurka” Zúñiga para que coordinara con el Ejército esta operación. El magistrado confirmó entonces cómo se consiguieron los fierros para amarrarlos a los cuerpos y lanzarlos al mar frente a San Antonio.

Rieles de la muerte

A fojas 1.655 del proceso declaran Romilio Lavín, por entonces jefe del cuartel Loyola, donde se arreglaban los autos de la CNI y su subordinado el oficial (R) Adrián Herrera Espinoza. El primero aseguró que Zúñiga le pidió “unos rieles que serían la base de un box de estacionamientos” que se construía, pero no se los entregó.

Sin embargo, una vez que abandonó el cuartel, supo que Zúñiga había vuelto a sus andanzas y, a través de una orden de Salas Wenzel, logró que Herrera Espinoza entregara los “materiales”.

“Fui informado, no recuerdo por quien, que retiraban unos trozos de rieles para un operativo que se iba a realizar en la noche por agentes operativos de la CNI”, dijo en su testimonio a fojas 1.723.

Pero el detalle más escalofriante vendría en la segunda etapa. Los frentistas, estando detenidos en el cuartel Borgoño de la CNI, fueron inyectados por un enfermero apodado “El Qüincy” con un veneno que los mató. Este verdadero doctor de la muerte se suicidó hace aproximadamente tres años en su casa.

Una tercera etapa fue el traslado hasta la zona de Peldehue, donde el rastro de los frentistas se perdió para siempre.


Carreño y la mano de la DINE

Hasta ahora en el proceso tramitado por Dolmestch existen algunas presunciones de que el secuestro del coronel Carlos Carreño habría sido digitado por la entonces Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE). Los dichos y no confesiones, pertenecen a algunos agentes de la CNI.

Sin embargo, hasta ahora, no existe claridad en torno a estas versiones, salvo los dichos del propio Carreño, quien ha manifestado sus dudas al respecto, luego que se descubriera que una de las vertientes para la fortuna de Pinochet era el tráfico de armas.

Quien fuera uno de los cerebros en la venta de armas a Irán desde Famae ha declarado en varias oportunidades ante Dolmestch sobre estos hechos.

Dolmestch, el hombre de las paciencias largas que jurará como supremo

El magistrado, recién confirmado por el Senado para integrar la Corte Suprema, se apresta a dar el último golpe de su carrera como juez instructor antes de subir al máximo tribunal a resolver los criterios mayores de la Segunda Sala (penal).

Conocido por tener una llegada humana a los agentes relacionados con las violaciones de los derechos humanos, ha logrado aclarar todos los casos anteriores a la desaparición de los cinco frentistas, como la Operación Albania, el homicidio del periodista José Carrasco y uno posterior como fue el asesinato del vocero del MIR, Jeckar Neghme en septiembre de 1989, cometido también por agentes de la CNI.

09 julio 2006

Contreras: "Pinochet se enriqueció con el narcotráfico"


Aunque investigaciones periodísticas han entregado detalles de los vínculos de Pinochet, sus hijos y Edgardo Bathich con actividades relacionadas con el tráfico armas y drogas, esta es la primera vez que Contreras decide acusar al círculo del ex dictador plasmando sus dichos en el proceso por el homicidio de un militar que apreciaba: el coronel Gerardo Huber.

Por Jorge Molina Sanhueza
La Nación

Dicen que la venganza es un plato que se come mejor frío. Y el general (R) Manuel Contreras lo sabe de sobra. Su última estocada es contra quien, de seguro, se convirtió definitivamente en su enemigo número uno desde que el Senado norteamericano descubrió en 2004 que mantenía millones de dólares escondidos en distintos bancos de Estados Unidos, Europa y paraísos fiscales: su ex jefe, Augusto Pinochet.

Contreras, en un informe entregado la semana pasada al ministro Claudio Pavez, encargado del proceso por el homicidio del coronel Gerardo Huber Olivares, asegura que la fortuna amasada por el ex dictador se debe nada menos que al tráfico de drogas realizado por su hijo Marco Antonio junto al empresario chileno de origen sirio Edgardo Bathich Villarroel y el químico de la DINA Eugenio Berríos. Por otra parte, establece la responsabilidad que le cabría a Pinochet en el asesinato de Huber.

Entre los detectives que conocen de cerca a Contreras por haberlo investigado en diversos procesos por violaciones de los derechos humanos, hay un dicho que se repite: “Siempre que se trate de defender a un amigo dice la verdad, cuando tiene que asumir su responsabilidad es otro tema”.

La historia de este informe comenzó unos meses atrás, cuando el ministro Pavez –dentro de las diligencias para llegar a la verdad procesal– decidió interrogar a Contreras: Huber había pertenecido a la DINA en los años posteriores al golpe militar del 73 como jefe de la inteligencia en la IX y X Región, cumpliendo también labores en Punta Arenas y Santiago.

Por otro lado, el magistrado había recibido la información de que Contreras apreciaba a Huber. Esto podía significar que en enero de 1992, cuando Huber desapareció en el Cajón del Maipo, podría haber obtenido más de alguna información sobre su destino. La primera pista se la entregó al juez el ex espía del Ejército mayor (R) Abel Sepúlveda Gutiérrez, cuya declaración quedó estampada a fojas 3.158 del expediente. Este último fue quien reemplazó a Huber en la labores de inteligencia en el sur del país.

“Huber era muy amigo del general Contreras... a mí me lo contó el propio Gerardo”, testimonió Sepúlveda.

Con este dato, en junio pasado Pavez se dirigió al Penal Cordillera, donde Contreras cumple condena por la desaparición del militante del MIR Miguel Ángel Sandoval.

De acuerdo con fuentes allegadas a la investigación, en esa oportunidad el magistrado conversó de diversos temas con el ex director de la DINA, entre ellos la muerte de Huber. Pero como la diligencia se alargó más de la cuenta, Pavez le pidió a Contreras que elaborara un informe para que, de acuerdo a la lógica procesal, quedara estampado como su declaración en la causa.



EL DESTAPE

Pero el ex jefe de la DINA no sólo se limitó en el documento a relatar sus ya clásicas teorías conspirativas sobre la participación de la CIA en el atentado contra el ex canciller Orlando Letelier, ocurrido en Washington en 1976, sino que aprovechó la oportunidad para dejar establecido procesalmente –por primera vez desde el inicio de la transición– cómo Pinochet armó su fortuna de manera ilícita.

Contreras, de acuerdo con las fuentes consultadas por LND, asegura en su informe que cuando Huber se hizo cargo del Complejo Químico del Ejército ubicado en Talagante, a mediados de los ’80, el químico de la DINA Eugenio Berríos, junto a otro “cocinero”, se encargaban de elaborar cocaína “negra”, conocida también como “coca rusa”. La fórmula para fabricarla era mezclar el alcaloide con sulfato ferroso y otras sales minerales para ayudar a que éste se impregnara del pigmento, de modo que se adhiriera a distintas superficies y careciera del tradicional olor que permite a los perros detectarla.

Un ejemplo de cuán moderno era el sistema implementado por Berríos se verificó en julio del año pasado, cuando por una corazonada de la policía se descubrió en el puerto de Manzanillo (México) un cargamento con seis toneladas de esta droga. Ésta fue transportada por el buque “Colibrí” desde el terminal marítimo de Callao (Perú). No pudo ser detectada por los métodos tradicionales en más de cinco países por donde recaló la nave.

Según Manuel Contreras, la elaboración de cocaína en el recinto del Ejército fue autorizada por la más alta autoridad del mismo (Pinochet), donde trabajó Berríos. En esta actividad habrían participado Marco Antonio Pinochet y Edgardo Bathich. La producción, señala el informe, era enviada a Estados Unidos y Europa, donde el pariente político de Bathich, el famoso traficante internacional de armas y drogas Monser Al Kassar, la distribuía para posteriormente enviar remesas a las distintas cuentas que el clan Pinochet mantenía en el viejo continente y EEUU.

Paralelamente –escribe el ex jefe de la DINA–, Pinochet usó una segunda vía para enriquecerse: el uso de los fondos reservados del Ejército, los que eran depositados en varias cuentas y cuyos intereses iban a parar a su erario personal.

Efectivamente, la última línea de investigación seguida por el ministro Carlos Cerda, a cargo del caso Riggs, donde Pinochet está procesado por fraude tributario, apunta en esa dirección. En las últimas semanas, el magistrado ha pesquisado precisamente el uso de los gastos reservados de esa institución. En estos días envió dos exhortos internacionales, uno a EEUU y otro a Canadá, para avanzar en esa arista.

Contreras afirma, además, que la existencia de la fortuna de Pinochet era un hecho comentado por altas autoridades del Ejército de la época; se llegaba a decir que hasta sus tataranietos serían inmensamente ricos.



GUARDAR SILENCIO

En el informe entregado a Pavez, Contreras asegura que efectivamente sentía aprecio por Huber, a quien conoció a finales de los ’60 en la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes, puesto que ambos pertenecían a la misma especialidad.

Cuando fue descubierto el tráfico de armas a Croacia en diciembre de 1991 y el ministro Hernán Correa de la Cerda inició la investigación judicial, uno de los principales involucrados fue precisamente el coronel Gerardo Huber, quien entonces se desempeñaba como jefe del Departamento de Adquisiciones en el Exterior de la Dirección de Logística del Ejército.

Con el pasar de los días, según relatan varios de sus colegas en el proceso, el coronel Huber comenzó a mostrar signos de estar bajo una fuerte presión. Sólo una declaración formal hizo el coronel ante el magistrado, donde le aseguró que si deseaba saber sobre el tráfico ilegal de armas descubierto en Budapest (Hungría), debía consultar al jefe de Material de Guerra de entonces, el general Florencio Tejos.

Los dichos de Huber causaron preocupación en el entorno de Pinochet. De allí que en los círculos de la inteligencia se comenzara a correr la voz de que padecía de una depresión, noticia que más tarde trascendió a los medios.

Pero según Contreras, el 20 de enero –nueve días antes de su desaparición–, Huber se comunicó nuevamente con el ministro Correa de la Cerda, y “en una extensa declaración informal” le contó los detalles de lo que ocurría en el Complejo Químico del Ejército de Talagante, la forma en que se exportaba la cocaína y los manejos financieros del clan Pinochet en torno al tráfico de drogas y armas.

Manuel Contreras asegura que Gerardo Huber conocía los ilícitos relacionados con la familia Pinochet. A Marco Antonio Pinochet Hiriart lo conocía bien. Ambos habían coincidido en la Embajada de Chile en Washington en los años 1985-86. Manejaba tanta información sobre la familia reinante que, según Contreras, su vida dependía de su silencio.

Cuando Huber desapareció, el 29 de enero de 1992, supuestamente desde el puente El Toyo en el Cajón del Maipo, la operación comunicacional preparada por la entonces Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE) se ejecutó exitosamente cuando, más tarde, el 20 de febrero de 1992, el coronel apareció muerto en el lecho del río Maipo con un tiro en la cabeza: Huber se había suicidado, y punto.

Pero Contreras entrega un detalle adicional: el día que desapareció, Huber abandonó la casa de su íntimo amigo Elwin Tapia en el Cajón del Maipo, donde alojaba, para alejarse de la presión de los medios y del Ejército, porque miembros de la DINE lo llamaron para comunicarle que Pinochet quería reunirse con él.

La teoría, en todo caso, tiene un asidero en la realidad, ya que la hija de Tapia, casada con uno de los nietos del ex dictador, se encontraba en la misma casa cuando Huber desapareció. Al día siguiente, el 30 de enero, Loreto Tapia, junto con su marido, Hernán García Pinochet, viajaron a Bucalemu, donde se encontraba el ex dictador, entonces comandante en jefe del Ejército. “Ese mismo día, Pinochet me llevó a su oficina en la casa, me hizo sentar frente a su escritorio, donde me manifestó que mi tío Gerardo Huber había desaparecido. Me dijo que estaba todo solucionado y yo me puse a llorar”, declaró la joven Loreto Tapia en el caso.

Por último, Contreras arriesga el siguiente análisis: Huber fue asesinado por miembros de la Compañía de Operaciones Especiales de Contrainteligencia (Coeci), la que por aquellos años funcionaba en el Batallón de Inteligencia del Ejército (BIE), a cargo del entonces coronel Manuel Provis Carrasco.

Esta última tesis de Contreras no se aleja mucho de lo que el ministro Claudio Pavez ha establecido hasta la fecha.

Lo que sin duda queda claro es que el ex director de la DINA tenía una cuenta pendiente con Pinochet, la que cobró apuntando a la faceta más imperdonable del ex dictador para moros y cristianos: el origen ilícito de su fortuna. LND


El caso Berríos

Este proceso es tramitado por el ministro en visita Alejandro Madrid. Está acreditado que el químico de la DINA Eugenio Berríos fue asesinado por miembros de la DINE en Uruguay entre enero y junio de 1993. Que Berríos fabricaba drogas y que sus relaciones más cercanas eran narcotraficantes. Que fabricó gas sarín para la DINA en los ’70. Que existen presunciones para establecer que, eventualmente, participó en la aún no resuelta muerte del ex Presidente Eduardo Frei Montalva.

En este caso están procesados por asociación ilícita los ex directores de la DINE generales (R) Hernán Ramírez Rurange y Eugenio Covarrubias; el mayor (R) Arturo Silva, los capitanes (R) Jaime Torres Gacitúa y Pablo Rodríguez Márquez, el funcionario civil Raúl Lillo Gutiérrez y el teniente coronel (R) Manuel Pérez. Por secuestro están encausados Ramírez, Rodríguez, Lillo, Pérez y los oficiales uruguayos Tomás Casella, Eduardo Radaelli y Wellington Sarli. Además, Covarrubias lo está por secuestro con homicidio. Por infracción al artículo 295 bis del Código Penal –la obligación de los funcionarios públicos de denunciar un delito–, el oficial (R) Mario Cisternas, junto a los suboficiales Marcelo Sandoval, Nelson Román y a la ex secretaria de la Unidad Especial Erika Silva. Y por obstrucción a la justicia, Madrid procesó a Emilio Rojas, ex agregado cultural de Chile en Uruguay entre 1990 y 1993. El último encausado por asociación ilícita por el secuestro de Berríos es el ex jefe del Batallón de Inteligencia del Ejército (BIE) brigadier (R) Manuel Provis.

27 junio 2006

Una noche especial...


El insomnio es la soledad máxima frente al universo, donde el tiempo es tu enemigo.
Es temer y contar en la alta noche las duras campanadas fatales, es ensayar con magia inútil una respiración regular, es la carga de un cuerpo que bruscamente cambia de lado, es apretar los párpados, es un estado parecido a la fiebre y que ciertamente no es la vigilia, es pronunciar fragmentos de párrafos leídos hace ya muchos años, es saberse culpable de velar cuando los otros duermen, es querer hundirse en el sueño y no poder hundirse en el sueño, es el horror de ser y de seguir siendo, es el alba dudosa.

21 junio 2006

Ex espía reveló vínculo de amistad entre Huber y Manuel Contreras

La declaración pertenece al mayor (R) Abel Sepúlveda Gutiérrez, tirador escogido con tiro de pistola a 25 metros y quien reemplazó a Huber como jefe de inteligencia de la IX y X Región a mediados de los ’70.




Jorge Molina Sanhueza
La Nación


Un ex espía del Ejército y ex jefe de la CNI en la IX y X Región declaró que el coronel Gerardo Huber Olivares, cuyo homicidio es investigado por el ministro en visita Claudio Pavez, mantuvo vínculos de amistad con el ex jefe de la DINA, Manuel Contreras Sepúlveda.

La revelación pertenece al mayor (R) Abel Sepúlveda Gutiérrez, en una declaración que hasta ahora había pasado inadvertida y que consta en el tomo séptimo del expediente a fojas 3.158 a la que tuvo acceso La Nación.

Sepúlveda Gutiérrez dijo que Huber conoció a Contreras en Tejas Verdes a principios de los ’70, cuando el primero realizaba un curso de su especialidad de ingeniero. Posteriormente, asegura el testigo, Huber fue adscrito a la DINA como el jefe de inteligencia de la IX y X Región, donde fue reemplazado en 1977 por Sepúlveda Gutiérrez, ya que partió a realizar el curso a la Academia Politécnica.

“Huber era muy amigo del general Contreras... a mí me lo contó el propio Gerardo”, dijo Sepúlveda.

En 1978, el mismo testigo aseguró ante el magistrado que debido al cuasi conflicto con Argentina debió realizar labores de espionaje en el territorio enemigo, bajo la chapa de Claudio Arriagada Lima. Respecto a este último punto, Sepúlveda testimonió que Huber efectivamente viajó hasta el país vecino cuando estaba adscrito a la DINA entre 1974 a 1975, precisamente a Neuquén, donde mantenía vínculos con un jefe de inteligencia de esa zona.

Uno de los elementos que llevó al magistrado a interrogar a Sepúlveda no sólo era su cercanía con Huber, sino además porque es un tirador escogido y experto en blancos a 25 metros con tiro de pistola.

Tiempo en el Cordillera

La información entregada por el testigo de seguro le interesó al magistrado, pero demoró casi cuatro meses antes de interrogar a quien podía confirmársela: el general (R) y ex jefe de la DINA, Manuel Contreras.

La diligencia se llevó a cabo en el Penal Cordillera el pasado viernes donde el ex uniformado cumple condena por la desaparición del mirista Miguel Ángel Sandoval.

Contreras confirmó el vínculo con Huber. Y cuando Huber desapareció el 29 de enero de 1991, cuando éste último se vio involucrado en el tráfico de armas a Croacia, intentó obtener información, pero se le cerraron todas las fuentes que mantenía todavía en el Ejército.

La diligencia, dijeron fuentes allegadas a la investigación, se prolongó más allá de la hora prevista por el magistrado y hubo puntos que quedaron pendientes. Por esta razón el juez Pavez le pidió a Contreras que hiciera un informe en el que entregue todos los antecedentes que posea sobre la vida de Huber en la DINA, como también respecto a los vínculos entre la muerte del coronel y el tráfico de armas. LN

15 junio 2006

Aparece primer vínculo entre misteriosa muerte de Eduardo Frei Montalva y la Colonia Dignidad

Relaciones del doctor Hartmut Hopp con médicos que hicieron autopsia a ex Mandatario
El ministro Alejandro Madrid descubrió dos operaciones de inteligencia, llamadas “Olimpo” e “Yngecto”, que habrían sido el inicio de la producción de toxinas que terminaron con la vida de Frei.



La Nación


Jorge Molina Sanhueza

Uno de los primeros vínculos entre la Colonia Dignidad y la muerte del ex Presidente Eduardo Frei Montalva apareció en el proceso que sustancia el ministro Alejandro Madrid.

Este indicio surgió a raíz de un interrogatorio que realizó el magistrado con un cuestionario de preguntas preparado por la abogada Fabiola Letelier y su colega Sergio Corvalán al ex líder de la ex Villa Baviera, el doctor Hartmut Hopp.

De acuerdo con los antecedentes recabados por La Nación, Hopp conoció en 1971 precisamente a los doctores que efectuaron la autopsia al ex Mandatario cuando falleció en enero de 1982 en la Clínica Santa María, los patólogos Roberto Barahona y Helmar Rosenberg. Esto porque el entonces líder de la Colonia Dignidad, Herman Schmidt, le ayudó con las autoridades de la Universidad Católica a estudiar la carrera de Medicina, ingresando al tercer año, por intercambio, ya que venía desde Estados Unidos.

El testimonio, contenido en la foja 7.049 del tomo 19 del expediente, aparece en momentos en que Madrid ha logrado unir muchas piezas respecto a la muerte de Frei Montalva, donde Hopp también es mencionado.

El miembro de la cúpula de Villa Baviera siempre estuvo relacionado al hospital que el recinto tenía en la Séptima Región; además fue parte de la aplicación de medicamentos para mantener el control sicológico de los colonos durante muchos años, como también en la fabricación de toxinas para lo cual usaba al ex Bacteriológico, conocido hoy como Instituto de Salud Pública (ISP), donde obtenía ratas de laboratorio para sus experimentos.

Ayuda desinteresada

En el otro proceso que lleva el ministro Madrid, relacionado con el secuestro y el homicidio del químico de la DINA, Eugenio Berríos -ligado al de Frei- se logró establecer cómo Hopp concurrió al Bacteriológico a buscar conejillos de Indias, cuando era dirigido por el coronel Joaquín Larraín Gana. Este último mantenía estrechos contactos institucionales con el ahora general (R) de Sanidad, Eduardo Arriagada Rehren y el coronel (R) Sergio Rosende, precisamente los hombres fuertes del laboratorio de Guerra Bacteriológica del Ejército.

Pero la sorpresa vino cuando un funcionario del Bacteriológico, Sergio Romero, aseguró que el doctor Hartmut Hopp concurrió, en la década de los ’80, en varias oportunidades a buscar conejos de laboratorio. Cuando éste se negó, el director del recinto, coronel Joaquín Larraín Gana, le ordenó entregárselos sin dejar registro. Igual caso ocurrió con Sergio Rosende.

Estas relaciones han ido construyendo paulatinamente las convicciones del ministro Madrid y de hecho ha consultado, aunque indirectamente al ex jefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército, general (R) Hernán Ramírez Rurange, al respecto.

Este último era el edecán de Augusto Pinochet cuando Frei murió en 1982 en la Clínica Santa María.

Madrid le interrogó -a fojas 7.006- acerca de dos grandes operaciones realizadas en 1975, una de ellas llamada “Olimpo” y otra “Yngecto”, respecto de las cuales existen sospechas que pudieron haber sido el inicio de la producción de toxinas que siete años más tarde terminaron con la vida de Frei.

Ramírez Rurange dijo que la primera “se trató de algo meramente militar y de seguridad nacional, mientras que la segunda, me parece, que puede ser de contraespionaje”.

Con estos antecedentes, el magistrado ha logrado acrecentar su convicción acerca de que la muerte de Frei no fue una mera casualidad, como tampoco la autopsia que se le hizo sin autorización de la familia, que se guardó por más de 20 años y se adulteró poco antes de ser descubierta en el Hospital de la Universidad Católica.

Nexos celulares

Al respecto es ilustrativa la solicitud de procesamiento que presentó el abogado Álvaro Varela, patrocinante de la familia Frei en el proceso y cuya resolución está pendiente.

En el documento judicial que consta en el proceso entre las fojas 3.186 a 3.204, Varela pidió el encausamiento de seis personas por el delito de obstrucción a la justicia.

Así Roberto Barahona, profesor titular del Departamento de Anatomía Patológica de la UC, es quien dio la orden al doctor Helmar Rosenberg para realizar la necropsia a Frei, junto a Sergio Gómez Bombardieri.

Rosenberg declaró a fojas 202 un hecho poco convincente para la familia Frei, como también para el magistrado respecto a las intenciones de su jefe para hacer la autopsia a Frei.

“La intención del doctor Barahona (actualmente fallecido) era estudiar los órganos de Frei, pues le inquietaban las consecuencias de una tuberculosis que sufrió de joven”, dijo. También aseguró que Barahona conocía al ex Mandatario, porque estudiaron en el Colegio Alemán, lo que claramente no era cierto.

Así, las relaciones entre nombres de la UC, la Colonia Dignidad, el doctor Hartmut Hopp y el Laboratorio de Guerra Bacteriológica del Ejército cobran más sentido cada día para el ministro Madrid porque, misteriosamente, todo parece calzar. LN

13 junio 2006

El sombrero


El sombrero es un objeto particular. Su forma circucónica (?) remite el secreto. A ese que está más allá del mismo cabello. Por eso el sombrero no sólo sirve para protegerse del frío, sino también para urdir pensamientos que evitamos que se develen, que huyan de la conciencia.
Y así, como un infierno de lana cambia de dirección -a la derecha, como mafioso, a la izquierda como espía- unido a una mirada acorde, busca entrampar la comunicación y ceñirla a los códigos del miedo.
Puede ser Dick Tracy o Humprey Bogart en Casablanca, un reportero de los años 30 ó 40 buscando la noticia o el abuelo de cualquiera de nosotros.
El sombrero revela también la circunferencia del cráneo. Se podría decir que es una huincha, un medidor de los eventos propios de la sinapsis. Pero es más que eso. Se trata de un artículo de primera necesidad para cualquier jazzista de genio perfecto o un tanguero en edad madura.
Por eso sospecho de los sombreros. Esconden cosas y le hacen a uno parecer otras que muchas veces representamos y evitamos reconocerlas.

08 junio 2006

Como la lluvia...



Hoy estuve tristre, cayendo como la lluvia, rápida, liviana y sobrecogedora en su forma inasible y desbocada.
Era como una música constante, iluminando los círculos grises del tiempo, aletargando los pasos, inflando las paredes y mojando lo muros sin piedad en su camino cuyo fin son los techos, la tierra, el asfalto y las palabras.
Y así quedé mojado, como tritón, navegando en este mar de aguas que no cesa de llamar a cada instante que observo el cielo y el niágara que humedece la mirada.
No sé cómo tomé este bote ni menos como remé. Tampoco sé como se hicieron los surcos, las ánimas líquidas que veo en los charcos ni las notas eléctricas que pueblan el firmamento.
Por eso todo es un espejo y cada pieza no es sólo un engranaje en este juego de vivir; son las mismas cinco historias, los mismos cinco discursos que mueven la humanidad.
Poco sé de cómo saltar entre vagones que ungen y almidonan estas visiones, pero tengo claro que mi rostro y mis manos se vuelven hacia mí para remecerme, para despertarme de este letargo hipnótico que unen mi ser con el yo, para levantarme al día siguiente habiendo conformado una imagen divina, llena de poderes indescriptibles como hablar, caminar, respirar, dormir y perpetuarme. Y esos son las cinco discursos que mueven la humanidad, como los caballos del apocalipsis que tirados por la lluvia hacen que el clima permita un cruzar hacia un límite donde todo parece más blanco.

29 mayo 2006

El contacto de Augusto Pinochet hijo en Investigaciones


Gustavo González González llegó a ser jefe nacional de Extranjería y Policía Internacional

En 1991, cuando debía huir del país con ayuda del Batallón de Inteligencia del Ejército, Pinochet Hiriart, antes de abordar un avión de la FACH, le pidió a un “detective amigo”, que chequeara la identidad falsa con la que viajaría por si tenía algún problema.

JORGE MOLINA SANHUEZA
La Nación



El ministro en visita Alejandro Madrid, que sustancia la investigación por el homicidio del químico de la DINA Eugenio Berríos, acreditó un episodio hasta ahora desconocido de Augusto Pinochet Hiriart, hijo mayor del ex dictador.
Se trata de un contacto que mantenía este último al interior del alto mando de Investigaciones hasta fines de 2003, que más de alguna vez consultó vía telefónica para obtener información.
La historia comienza a fines de 1991, cuando Pinochet Hiriart se vio involucrado en el caso de los “pinocheques”. Aproblemado por sus problemas judiciales, relata, se quedó sin trabajo, “por lo cual decidí irme del país”.
“Para ello hablé con el entonces secretario general del Ejército, coronel Jaime Lepe Orellana, quien me envió a hablar con el comandante del Batallón de Inteligencia del Ejército (BIE), Manuel Provis, donde se decidió que saliera hasta Argentina en el avión correo de la FACH”, revela.
En el BIE se le proporcionó la identidad de un suboficial y la Compañía de Apoyo Técnico lo caracterizó con bigotes para que se pareciera al sujeto de la fotografía.
“Esta operación no resultó ya que una vez en el aeropuerto, donde me contacté previamente con un amigo de la Policía de Investigaciones de nombre Gustavo González, chequeó la identidad y comprobó que tenía una orden de aprehensión pendiente, no pudiendo usar el avión FACH, debiendo pernoctar una noche en el BIE”, sigue.
Relacionador público
Casi doce años más tarde, en 2001, el mismo González esta vez convertido en prefecto y jefe nacional de Extranjería y Policía Internacional, aparece firmando un informe enviado reservado al entonces jefe del Departamento Quinto, donde entrega todas las entradas y salidas del país de Augusto y Marco Antonio Pinochet para el caso Berríos. Actualmente es el relacionador público de Círculo de Oficiales en Retiro de la institución.
Pinochet Hiriart abandonó Chile al día siguiente, asegura, con su identidad real, y llegó a Buenos Aires, Argentina, acompañado del jefe de la Unidad Especial de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE) Arturo Silva Valdés y se reunió con el entonces agente residente del servicio secreto del Ejército Carlos Narea González.
Este último, con un falsificador de documentos conocido como “Beber”, le consiguió identidad falsa para que viajara a Brasil y luego a España.
La lógica de esta historia y sus vínculos con la muerte de Eugenio Berríos tienen dos aristas. La primera que le ha permitido a Madrid llegar a la convicción de que la inteligencia militar de la época sacaba personas de Chile para obstruir la justicia. Es el caso de Berríos, quien fue sacado de Chile con destino a Uruguay en octubre de 1991, pocos días antes de la salida de Pinochet Hiriart. Una segunda pista la constituye la estadía en la república oriental de este último en abril de 1993, a sólo meses de que estallara el escándalo por la estadía del químico en ese país.
Una más
Según la declaración de Pinochet Hiriart, su estadía en Montevideo se debió a un tratamiento de rehabilitación, ya que su esposa le había disparado en una pierna.
Uno de sus visitantes cotidianos al departamento que tenía arrendado en esa capital era precisamente el coronel Tomás Casella. Este último fue extraditado a Chile junto a dos militares activos, los oficiales Eduardo Radaelli y Wellington Sarli, procesados por Madrid como autores de asociación ilícita, secuestro y homicidio de Berríos.
En la causa está establecido que el químico fue asesinado entre abril y junio de 1993.
Sin embargo, dentro de este mismo proceso no es la primera vez que ocurren las filtraciones. Un hecho similar sucedió en octubre de 1991 cuando un detective le avisó al propio Berríos que la policía le buscaba para que declarara en el caso Letelier.
El delator fue el detective de narcóticos Felipe Ríos, quien a su vez recibió una información de que había traficantes de droga queriendo entregar información, oportunidad en que conoció a Berríos, quien le comentó ciertos embarques de cocaína que saldrían de Chile hacia Europa. Como los datos de este último no le parecieron reales, Ríos no hizo más contacto, pero cuando se enteró que el entonces ministro Adolfo Bañados, que llevaba el caso Letelier requería al químico en la causa, fue hasta su casa y le contó. LN

24 mayo 2006

Doctor Hopp destapó red de lavado de dinero de la Colonia Dignidad en el Caribe, EEUU, Canadá y Chile




Consecución de pasaportes falsos para Schäfer y su hija Rebeca en las Islas Saint Kitts e inversiones en el mismo paraíso fiscal por 250 mil dólares. Triangulaciones que terminaron en la cuenta de la empresa chilena Tierra Negra y la compra de un terreno por un millón de dólares en Los Ángeles son parte del testimonio de Hartmut Hopp al que tuvo acceso La Nación.

Jorge Molina Sanhueza

El doctor Hartmut Hopp, uno de los líderes de la Colonia Dignidad, destapó la red de lavado de dinero de la ex Villa Baviera, como también del jerarca Paul Schäfer, en una declaración prestada ante el ministro en visita Jorge Zepeda.
Así lo establece el testimonio judicial (de la foja 434 a la 437) del expediente principal, al que tuvo acceso La Nación en fuentes de la judicatura, donde aparece el banco usado para estas operaciones financieras: el Chemical Bank sucursal de Nueva York.
Hopp reveló en su interrogatorio con Zepeda que desconoce por qué se decidió llevar los fondos de la Colonia Dignidad al extranjero, pero presume que se debió “al temor al cambio de gobierno” cuando Pinochet dejó el mando en 1990.
El doctor Hopp continúa señalando que viajó hasta el paraíso fiscal de las Islas Saint Kitts, pertenecientes a la Commonwealth británica debido a que Schäfer carecía de pasaporte. Agregó también que la hija de Schäfer, Rebeca, también obtuvo un pasaporte en las Islas Saint Kitts a nombre de Rebeca Berger.
“Efectivamente hice un viaje a las Islas Saint Kitts para contactarme con una persona, ya que el señor Schäfer al no tener pasaporte necesitaba documentos y después de unos contactos iniciales (que no identifica) le conseguí el documento de identidad”.
Básicamente Schäfer necesitaba hacer una inversión para lavar el dinero, pero también para tener dónde huir en caso de tener problemas con la justicia.
Por esta razón se compró un “departamento en un complejo turístico y su valor fue de 250 mil dólares”.
Cuentas en el Caribe
El interrogado entregó además antecedentes respecto a los testaferros que tuvo Schäfer para estas operaciones financieras. Se trata de Albert Schreiber y Alfred Emil Mathussen.
“Existían dos o tres cuentas, las que iban cambiando. Esto ocurrió hasta el 2000, luego estos fondos fueron entregados a terceras personas que los han manejado en forma independiente”, aseveró Hopp.
Según éste el que manejaba estas inversiones era el empresario del sur, amigo de Schäfer y quien fuera también su testigo de conducta en diversos juicios, José Miguel Stemaier. Otros que administraron recursos fueron el abogado Enrique Veloso y Edgardo Neumann. El primero es un empresario del sur, amigo también del jefe de Dignidad, como también dueño de empresas y propiedades en Santa Bárbara, en Los Ángeles. También ha sido investigado por su complicidad para esconder víctimas de Schäfer. En el caso del segundo (Neumann) se repiten las mismas características.
Ambos, se sospecha, ayudaron a Schäfer a comprar propiedades en Buenos Aires, como también le habrían llevado dinero mientras estuvo prófugo de la justicia, antes que fuera detenidos en marzo o abril de 2005.
Tierra Negra
Al respecto, Hopp entrega un detalle que vincula a estos dos amigos de la Colonia. El doctor asegura que también hay otras cuentas en el Caribe, aunque no detalla dónde, cuyos depósitos se hicieron en una sociedad comercial chilena, llamada Tierra Negra asociada a un enorme campo, “ubicado en Los Ángeles, hacia la cordillera, por un valor de un millón de dólares. Dicha propiedad se adquirió con cargo a fondos que se encuentran en Canadá”.
“La adquisición debe haber ocurrido unos cuatro años atrás (2001) y fue adquirida por una persona natural, al parecer de apellido Belt (se trataría de Hans Jürgen Belt, fallecido). Tomé conocimiento de esta compra por parte del señor Hans Jürgen Riesland Bollman”, declaró.
Riesland Bollman, apodado “Hamster”, miembro del círculo de hierro de Schäfer, huyó en 2005 del país y su paradero actualmente estaría en Alemania, donde fue requerido por la vía de la extradición por el ministro Zepeda.
Al respecto, la semana pasada viajaron los detectives de Investigaciones -Rafael Castillo y Abel Lizama- para obtener mayores antecedentes y acelerar la solicitud del magistrado.
La sociedad Tierra Negra, en tanto, está compuesta precisamente por Enrique Veloso, Eduardo Neumann y José Miguel Stemaier, como socios mayoritarios de la misma.
Chemical Bank
También aparece otra arista relacionada con triangulación de fondos hecha desde distintos países. “Tengo conocimiento que parte de este dinero (del que llegó a Tierra Negra) se trasladó desde Estados Unidos a una isla del Caribe y otra parte de los fondos se envió a Canadá como seguridad de esta sociedad y un remanente menor se envió a Uruguay”, siguió Hopp.
Parte de los dineros -prosigue el documento- se usaron para comprar las propiedades en Argentina, mientras Schäfer estuvo prófugo de la justicia.
“Tengo la sospecha de que Riesland y Blank usaron parte de estos fondos para la protección de Schäfer y ellos accedieron a los dineros que estaban en Uruguay”.
“El manejo de estos fondos se hizo en un principio directamente con algunas personas venidas desde Estados Unidos y se contactaron con Albert Schreiber y se hizo a través del Chemical Bank, sucursal de Nueva York”. LN

22 mayo 2006

La mafia nostra


LA OTRA CARA CRIMINAL DE LOS VIOLADORES DE DDHH

Empresarios, agentes de inteligencia croata, peruana, uruguaya, narcos colombianos, la Cosa Nostra, mafiosos sirios y chilenos, entre otros, operaron en Chile en concomitancia con agentes de la CNI y la DINE. Movieron centenares de millones de dólares en drogas y armas y se mataron entre ellos. Así murieron el químico de la DINA Eugenio Berríos y el coronel Gerardo Huber. Los avances de las investigaciones de los ministros Alejandro Madrid y Claudio Pavez comienzan a cerrar el círculo.

Jorge Molina Sanhueza

Poco antes de que Chile volviera a la democracia, un comando del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) secuestró al coronel de Famae Carlos Carreño. Era 1987. Coincidencia o no, el uniformado lideraba ya una red de venta de armas y transferencia tecnológica a países del Medio Oriente. Esa operación fue uno de los puntos de partida de lo que podría constituirse en asociación ilícita con aires mafiosos, que funcionó al alero de la dictadura hasta 1990 y siguió teniendo un poder en las sombras en los primeros años de la transición. Recién ahora –en 2006– comienzan a conocerse sus verdaderos alcances.

Carreño fue llevado por el FPMR a Brasil. Sus captores, antes de liberarlo, aprovecharon de interrogarlo acerca de la venta de bombas de racimo a Irán. En diciembre de 1987, un informe del Departamento de Estado norteamericano –desclasificado en 2000– en que se comenta el secuestro de Carreño, concluye que una vez liberado por sus secuestradores fue (supuestamente) sumariado y alejado del Ejército, bajo acusaciones de tráfico de drogas. Carreño diría, años más tarde, en una declaración prestada ante el ministro en visita Claudio Pavez, a cargo de la investigación del homicidio del coronel Gerardo Huber, que siempre le llamaron la atención las preguntas de los frentistas durante su cautiverio.

Dos años más tarde, el 10 de febrero de 1989, un nuevo informe (el N° 937) –también desclasificado en julio de 2000 y esta vez redactado por la Embajada de Estados Unidos en Chile– da cuenta de un intento de negociación del ex jefe de la DINA, general (R) Manuel Contreras Sepúlveda, con un intermediario de la legación diplomática.

El documento señala que Contreras, a cambio de que el país del norte bajara la presión por el caso Letelier, ofrecía entregar información sobre las actividades en el narcotráfico de “un hijo de Pinochet (posiblemente Marco Antonio) y de Armando Fernández Larios”.

Drogas, armas, mafia italiana, colombiana, traficantes peruanos, sirios, agentes de inteligencia militar argentina, chilena, uruguaya, criminales de guerra croatas, ex espías ingleses, terroristas italianos, ex nazis y toda una pléyade de sujetos afines a los negocios turbios mantuvieron relaciones con los aparatos de inteligencia militar de Augusto Pinochet y su círculo más cerrado. Los nombres se repiten a través de la historia y se instalan pudiendo configurar una suerte de orgánica del crimen.

EL EX MARINE

A mediados de 1985, un sujeto ingresó a Chile con un pasaporte a nombre de Trinidad Moreno. Su contacto en nuestro país era un funcionario del consulado chileno en Los Ángeles, Federico Humberto Silva Pizarro, con quien mantuvo relaciones comerciales y de amistad. Ambos arribaron al país en el mismo vuelo, el 22 de junio de 1985. En realidad, Moreno no era otro que el ex sargento de la Infantería de Marina de EEUU Iván Baramdyka, conocido narcotraficante estadounidense radicado en Los Ángeles (California), que escapaba de la justicia de su país.

El 10 de julio del mismo año ingresó a la sociedad Redes del Pacífico, que, según su escritura pública, se dedicaba a la explotación, promoción y comercialización de pescado fresco chileno en Estados Unidos.

Años más tarde, en 1993, fue extraditado a EEUU, luego de cumplir una condena de cinco años por giro doloso de cheques. Pero antes de que el FBI se lo llevara, Baramdyka se preocupó de dejar su historia grabada en video.

De los antecedentes remitidos a Chile en el proceso de extradición queda claro que este personaje participó en las operaciones de los años 80 conocidas como “drogas por armas”, a cargo del coronel Oliver North, que sirvieron para entregar armas a la Contra nicaragüense. Los envíos de armas se financiaban con el tráfico de cocaína a EEUU.

En sus declaraciones reconoció sus vínculos con Patricio Madariaga Gutiérrez, el cónsul de Chile en Los Ángeles. El diplomático fue el encargado de cuidar los asuntos de Augusto Pinochet hijo, cuando éste fue asignado a esa legación en los primeros años 80.

Baramdyka también contó que entre 1983 y 1984 varios núcleos de fabricantes de cocaína colombianos compraban éter y acetona producidos en el Complejo Químico Industrial del Ejército chileno en Talagante. Dicha planta fue transferida en 1979 desde el Bacteriológico, actual Instituto de Salud Pública. En 1987, Gerardo Huber, el ex oficial de la DINA asesinado a inicios de 1992 por el caso armas a Criacia, se hizo cargo de esa planta.

En el proceso por el homicidio del químico de la DINA Eugenio Berríos, tramitado por el ministro Alejandro Madrid, hay un documento donde los jefes del Complejo Químico de Talagante reconocen que la DEA les advirtió en varias oportunidades que no existía documentación sobre la producción de éter y acetona en esa planta, productos químicos esenciales para la fabricación de cocaína. De hecho, uno de los oficiales del Ejército declaró ante Investigaciones que en una oportunidad un sujeto de nacionalidad peruana le compró varias miles de litros de éter y le dejó 50 mil dólares en un maletín, luego de firmar un contrato que se haría efectivo al día siguiente. Pero, al día siguiente el peruano fue detenido en el aeropuerto por el OS-7 por sus vínculos con el cartel de Cali.

Baramdyka relata que a semanas de su llegada a Chile, un oficial del Ejército llegó a su oficina de la calle Huelén 102. Le traía un recado: Álvaro Corbalán, el jefe operativo de la CNI, deseaba hablar con él. Se reunieron en el Rodizzio de Apoquindo. Corbalán le dijo que sabía perfectamente con quién estaba hablando y le pidió su asesoría para encontrar comprador a 75 kilos de cocaína que su organización tenía en las Bahamas.

Meses más tarde, en diciembre de 1985, los mismos oficiales del Ejército le presentaron en el restaurante Oliver a un personaje vital en la organización: Edgardo Bathich Villarroel, el hombre de origen sirio, famoso en la jet-set local de los ’80. Poseía el único Rolls Royce de la plaza, tenía casas en el sur de Chile, propiedades alhajadas fastuosamente en balnearios de moda y en centros invernales de esquí, donde desplegaba su colección de automóviles, lanchas y vehículos deportivos. Por lo general, viajaba de un lugar a otro en helicópteros de su propiedad. Ser invitado a sus fiestas, donde participaban modelos, estrellas de televisión y reinas de belleza, llegó a ser considerado un verdadero privilegio.

Bathich representó en Chile los intereses de Monzer Al-Kassar, un famoso traficante de drogas y armas sirio radicado en España, que en ese período Monzer Al Kassar, el traficante de armas y drogas sirio radicado en Marbella, España, acompañado de su abogado, cuando fue a declarar a Buenos Aires por el "caso pasaporte". compraba grandes extensiones de tierras en las cercanías de Mendoza; más tarde obtuvo la ciudadanía argentina gracias a los buenos oficios del gobierno de Carlos Menem, caso que terminó en los tribunales de justicia de ese país.

En 1985, el negocio de Bathich era la importación desde Europa de motores diesel usados. Sus estrechos vínculos con la familia Pinochet llegaban al punto de que Marco Antonio Pinochet Hiriart, representante en Chile de las lanchas Chaparral, vendía sus productos a través de la empresa de Bathich, ubicada en Américo Vespucio 1313.

Esa noche, en el restaurante Oliver, Baramdyka escuchó lo que Bathich tenía que comunicarle: “Me dijo que él podía ayudarme y que tenía excelentes relaciones con el general Pinochet y con los Servicios de Seguridad. Me contó que movía cantidades importantes de cocaína. Ingresaba la droga al país en los motores usados que traía por tierra desde Brasil a su empresa Bathich Motoren. También usaba helicópteros y camiones que traían minerales de Bolivia. Pero ese no era un problema; Álvaro Corbalán se preocupaba de la seguridad del ingreso y del transporte de la cocaína dentro de las fronteras de Chile. Era en el exterior donde sus operaciones presentaba dificultades. Ellos trabajaban casi exclusivamente con Fabio Ochoa y con sus tres hijos, los hermanos Ochoa Vázquez. En los días siguientes conoceré a otros miembros de la organización”, contó el ex marine.

En 1986, Baramdyka habría realizado tres viajes al extranjero por cuenta de la organización. El procedimiento para salir y entrar del país fue siempre el mismo: vehículo militar hasta la frontera argentina, donde le entregaban un pasaporte paraguayo a nombre de Hernán Fuenzalida Galvarino. De ahí un taxi a Mendoza, avión a Ezeiza y combinación a otro país. Su misión era asegurar el tránsito de los vuelos que llevaban pertrechos militares chilenos en algunos aeropuertos centroamericanos y del Caribe. En estos lugares se descargaban partidas de cocaína que venían desde Chile escondidas entre el material militar. Baramdyka sostiene haber tenido conocimiento del contrabando de 12 toneladas de cocaína de Chile a Europa y EEUU en los años 1986 y 1987.

LA MIRA LÁSER

El 21 de diciembre de 1990, el Registro Civil denunció la pérdida de 134 pasaportes, iniciándose un proceso en el Quinto Juzgado del Crimen de Santiago. Dos de los documentos de identidad fueron incautados el 18 de mayo del mismo año en la ciudad de Roma (Italia) al ciudadano chileno Alejandro Ramírez Cáceres. Los pasaportes iban a ser entregados nada menos que a Edgardo Bathich.

Villarroel.

De esta misma partida de pasaportes, al menos cuatro documentos fueron extendidos con identidades adulteradas a Augusto Pinochet, los que sirvieron para que éste abriera sus cuentas en el Banco Riggs y estableciera sus sociedades en paraísos fiscales.

Ese mismo año, el Presidente Patricio Aylwin –recién instalado en La Moneda– se lanzó en una misión crucial y designó como jefe de Investigaciones al general (R) Horacio Toro.

A los pocos días de asumir el cargo, Toro recibió una información inquietante: a fines de 1989, un joven colombiano llamado Jesús Ochoa Galves se había instalado en el país. El sujeto era pariente del clan de los Ochoa Vázquez, los capos del cartel de Medellín. Su vínculo con Chile era Bathich y la empresa Focus Chile Motores, la única cuyo recinto contaba con helipuerto autorizado por la Dirección de Aeronáutica Civil.

La lógica indicaba una suma matemática fácil de resolver. Si Ochoa Gálvez era socio de Bathich y éste estaba vinculado con Marco Antonio, la inteligencia militar tendría también allí sus garras. Pero además, la firma y el colombiano eran representados por el abogado Héctor Novoa Vásquez.

Las sospechas de Investigaciones se redoblaron en 1992 cuando Bathich fue detenido en el aeropuerto madrileño de Barajas, junto a Monzer Al-Kassar, en momentos en que se disponían a seguir rumbo a Viena en un Lear-jet privado, matrícula OE GBR. Ese mismo avión, de propiedad de los Al-Kassar, fue utilizado en 1986 para rescatar de Italia a Abu Abbas, el terrorista palestino responsable del secuestro del barco de pasajeros “Achille Lauro”. Días más tarde, el juez Baltasar Garzón, a cargo del caso, sin sospechar a quién tenía en sus manos, ordenó la excarcelación del chileno, que viajaba con un pasaporte sirio a nombre de Yamal Bathich. El juez español mantuvo en cambio a Monzer Al-Kassar bajo arresto para procesarlo por los delitos de falsificación de documentos, tráfico ilegal de vehículos, tenencia ilícita de armas y participación en actos de terrorismo internacional. Años más tarde, luego de que todos los testigos o murieran en extrañas circunstancias o se retractaran, Al-Kassar fue sobreseído. Según los investigadores, Monzer Al-Kassar, uno de los capos de la llamada “mafia siria”, mantuvo estrechos vínculos con la Cosa Nostra siciliana y con los carteles colombianos.

En diciembre de 1992, la suerte de Bathich cambió radicalmente. El Servicio de Impuestos Internos se dejó caer en las oficinas de Focus Chile Motores. En la mañana del 7 de diciembre, un grupo de inspectores se presentó en las oficinas de la empresa y selló todos los cajones y muebles que contenían documentación. Al día siguiente, los inspectores descubrieron que todos los sellos habían sido violados. Hombres de Bathich habían ingresado al recinto la noche anterior. Los documentos contables habían desaparecido. En uno de los patios internos humeaban aún las cenizas de papeles y archivos. Los detectives de la Brigadas de Narcóticos y Delitos Económicos de Investigaciones encontraron un pequeño arsenal: escopetas recortadas, cascos de guerra, chalecos antibalas, pistolas, revólveres, municiones y una pistola Uzi con mira infrarroja.

El 9 de diciembre de 1992, Bathich salió del país rumbo a Argentina para instalarse en el palacio Mifadil que posee Al-Kassar en Marbella (España). Dos día más tarde, Jesús Ochoa Galvis, su socio colombiano, escapó con toda la familia. Finalmente, este proceso terminó con multas y penas remitidas de cárcel. Bathich no volvió a Chile sino hasta mediados de los ’90, pasó unos meses en la cárcel y salió en libertad bajo fianza.

“TODOS ERAN VICIOSOS”

Pinochet, por otro lado, se ajustaba a la transición democrática. Sus relaciones con Aylwin fueron siempre tensas. Sobre todo cuando las agrupaciones de derechos humanos iniciaron en 1990 la ofensiva judicial contra los agentes de la dictadura. El análisis de la inteligencia militar de la época era claro: el chaparrón mojaría a todos por igual.

El ex dictador, entonces, cortó por lo sano. Creó el Departamento Cuarto, que no era sino un grupo de abogados que, coordinados por la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE), defendían a los militares que iniciarían el desfile por los tribunales.

Pero había uniformados con situaciones judiciales más complejas. Era el caso del ex agente de la CNI capitán Luis Arturo Sanhueza Ros. Este último estaba inculpado del crimen del empresario gastronómico Aurelio Sichel, como también del homicidio del vocero del MIR Jécar Neghme, ocurrido en septiembre de 1989. Fue entonces cuando el ex dictador dio la orden al jefe de la DINE, general Hernán Ramírez Rurange, para que lo sacara de Chile, según declaraciones judiciales del propio Ramírez Rurange.

Pero las cosas empeoraron para Pinochet en junio de 1991, cuando la Corte Suprema nombró al ministro Adolfo Bañados para sustanciar el proceso por el homicidio –cometido en Washignton en 1976– del ex canciller Orlando Letelier.

Paralelamente, el abogado Jorge Mario Saavedra presionaba por otro flanco para que el autor intelectual del crimen de Tucapel Jiménez, el mayor Carlos Herrera Jiménez, enfrentara la justicia.

La operación silencio diseñada, según el ex jefe de la DINE, por Pinochet, conocida también como “control de bajas”, inició el segundo acto: Herrera Jiménez fue sacado también hacia Argentina y luego a Uruguay por la Unidad Especial de la DINE, dirigida por el jefe de la avanzada de Pinochet en el extranjero, el mayor Arturo Silva Valdés, conocido como “El Príncipe”.

El ministro Bañados había citado al ex químico de la DINA Eugenio Berríos a declarar en el caso Letelier. Las alarmas de la inteligencia militar se encendieron de inmediato. Berríos trabajó en la DINA, precisamente en la casa que el organismo tenía en la calle Vía Naranja de Lo Curro, junto a Michael Townley.

La situación de Berríos era sumamente compleja, ya que, además, podía dar a conocer el proyecto Andrea: la creación de gas sarín, de toxina botulínica, entre otros venenos usados para matar a los opositores al régimen militar. Encargado del proyecto Andrea, después de que Townley fuese enviado a EEUU, fue el entonces mayor Gerardo Huber.

Pero el químico también guardaba otro secreto: su vínculo con el narcotráfico, con peruanos ex agentes de inteligencia militar, chilenos prestamistas y militares.

Las declaraciones judiciales de uno de los narcos vinculado con el químico, militares y carabineros son reveladoras. Se trata del peruano Justo Cornejo Hualpa, cuya parcela en Pirque contaba con modernos sistemas de seguridad, guardaespaldas y vínculos con la ex CNI. Este último entregó una versión que da luces del por qué la inteligencia militar chilena protegió al ex químico de la DINA y después lo asesinó antes de que el ex dictador viajara a Uruguay en febrero de 1993.

“A mi finca iba la alta sociedad chilena, políticos, militares, congresistas; hasta a los hijos y sobrinos de Pinochet los vi alguna vez. Todos eran viciosos, todos eran amigos”, declaró Cornejo Hualpa.

Y así fue como Berríos fue sacado de Chile en octubre de 1991 con destino a Uruguay, a través del paso Monte Aymond de Punta Arenas. Allí permaneció hasta noviembre de 1992, última vez que se le vio con vida.

Berríos pertenecía a una potente red de tráfico de cocaína que abastecía de drogas a Australia y Europa. Más de una vez se reunió en Argentina y Montevideo con sus socios narcotraficantes, todo esto mientras estaba bajo la estricta custodia de la inteligencia militar chilena y uruguaya.

EL MISTERIOSO CORONEL

A principios de los ’90, el narcotráfico se mezclaba con la alta sociedad de Viña del Mar. El empresario Manuel Losada traficaba drogas con los carteles colombianos. Como se relató en una nota de LND el pasado 7 de mayo, el representante del cartel de Cali y después de Medellín, Carlos Zuluaga, tenía dos contactos importantes, tanto para llevar la droga fuera de Chile como para traer desde Europa los narcodólares colombianos. La cocaína era distribuida en ese continente por la Cosa Nostra, liderada entonces por Bernardo Provenzano.

El primero era un coronel de Inteligencia militar; el segundo, un conocido industrial chileno. En 1998, Losada acabó detenido en el marco de la operación Océano. Años antes también cayó Zuluaga.

Traían la cocaína desde Mendoza para reelaborarla en Caleta Abarca, Viña del Mar, donde la transformaban en líquido. En 1991, según las confesiones de Zuluaga, salieron de Chile 150 kilos del alcaloide a Estados Unidos en 360 botellas de vino de la Viña Manquehue, sin que esta firma tuviera alguna responsabilidad. Y justamente en Caleta Abarca vivía un peruano experto en licuar la cocaína. Se trata de Máximo Isidro Bocanegra Guevara, ex agente de Inteligencia militar peruana, que formaba parte de la organización criminal que integraba Berríos. El peruano fue detenido en junio de 2001 por el OS-7 de Carabineros, precisamente por un laboratorio de este tipo.

UN ESLABÓN PERDIDO

En diciembre de 1991, un cargamento de armas chilenas fue descubierto en Budapest (Hungría), rotulado como ayuda humanitaria. El pato de la boda se llamaba Gerardo Huber Olivares, coronel de Ejército y jefe del Departamento de Adquisiciones en el Exterior de la Dirección de Logística. Había sido jefe de Berríos durante los años del proyecto Andrea y encargado de la Planta de Químicos del Ejercito en Talagante.

La operación, sin embargo, había comenzado en abril del mismo año con la llegada a Chile de dos personajes: el ex espía inglés Sydney Edwards y el nazi croata Vladimir Secen. Ambos jugaban distintos roles para un mismo fin: armar a los neonazis croatas contra los serbios. Secen será vinculado por la prensa argentina con los servicios de Inteligencia militar en Chile. En los primeros meses de 1992, Monzer Al-Kassar, que también traficaba armas a Croacia, viajó en dos oportunidades a Chile.

Debido al escándalo que produjo el hallazgo en Europa oriental, la Justicia chilena nombró ministro en visita a Hernán Correa de la Cerda para llevar adelante el caso. Una de las primeras diligencias que realizó el magistrado fue interrogar a Huber. Este último se declaró inocente, pero a diferencia del resto de los involucrados dijo que debían preguntarle mayores detalles al general Florencio Tejos, entonces jefe de material de guerra del Ejército. Ese solo hecho puso en alerta a la Inteligencia militar y a Huber fue apartado con una licencia médica por estrés.

Se refugió en el Cajón del Maipo, en casa de su amigo Elwin Tapia. Permaneció allí hasta el 29 de enero de 1992, no sin antes quemar una serie de documentos que comprometían al alto mando institucional de la época. Ese mismo día desapareció sin dejar rastro hasta el 20 de febrero, cuando su cuerpo fue encontrado en el lecho del río Maipo con un tiro en la cabeza.

Con el paso de los años, varias piezas se han ido uniendo. En julio de 2004, el Senado norteamericano entregó el informe sobre las actividades de lavado de dinero de distintos dictadores, entre ellos Augusto Pinochet. Allí apareció por primera vez su fortuna en el Banco Riggs de Estados Unidos y en otras entidades financieras de Europa y paraísos fiscales. Hasta ahora, la cifra llega casi a los 30 millones de dólares.

Poco a poco, la olla se ha ido destapando. Por ejemplo, la muerte del químico de la DINA Eugenio Berríos. Este homicidio no sólo tuvo motivaciones políticas, sino que además Berríos tuvo conocimiento directo de las actividades ilícitas del círculo cercano de Pinochet. Aparentemente, Huber no quiso ser sacado de Chile. ¿Por qué lo asesinaron? ¿Qué sabía?

12 mayo 2006

Los generales que oyeron la orden de Pinochet para sacar a Berríos de Chile

De izquierda a derecha, los generales (R) Jorge Lucar Figueroa, Rodrigo Sánchez Casilla y Fernando Torres Silva


El ex jefe de la DINE general (R) Hernán Ramírez Rurange asegura que Pinochet le dijo: “Y usted, general Ramírez, usted debe sacar de Chile, llevarlo y protegerlo en Uruguay... a un ex agente de la DINA, se llama Eugenio Berríos".

Jorge Molina Sanhueza

Al menos seis generales del alto mando del Ejército en 1991 vieron y escucharon cuando Augusto Pinochet dio la orden al jefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE), Hernán Ramírez Rurange -hoy en retiro-, de sacar de Chile con destino a Uruguay al químico de la DINA Eugenio Berríos Sagredo.

Así establece la declaración que prestó Ramírez Rurange hace tres semanas -de fojas 7.448- en el Sexto Juzgado del Crimen de Santiago ante el ministro en visita Alejandro Madrid y que mantiene en custodia en su caja fuerte.


Fernando Torres Silva


De acuerdo con los antecedentes recabados por La Nación, Ramírez Rurange confesó que en el encuentro estaban presentes los generales Jorge Lucar Figueroa, a la sazón vicecomandante en jefe del Ejército; Rodrigo Sánchez Casillas, jefe del Estado Mayor del Ejército, y el auditor general del Ejército, general (J) Fernando Torres Silva. La identidad de los otros tres generales no ha sido confirmada por este diario.

Jorge Lucar Figueroa

El relato de Ramírez Rurange señala que llegó con un par de minutos de retraso a la reunión. Pinochet daba las órdenes al resto de sus subordinados y a él le espetó: “Y usted, general Ramírez, usted debe sacar de Chile, llevarlo y protegerlo en Uruguay... a un ex agente de la DINA, se llama Eugenio Berríos”.

“Mi general sabía...”

Ramírez Rurange procedió a enviar a Berríos al Batallón de Inteligencia del Ejército (BIE), dirigido por el coronel Manuel Provis Carrasco. El químico de la DINA fue llevado por dos agentes de la Unidad Especial de la DINE, Pablo Rodríguez Márquez y Raúl Lillo Gutiérrez, a Punta Arenas y de ahí salió a Argentina por el paso de Monte Aymond. Era octubre de 1991. Luego fue llevado a Uruguay, donde se mantuvo en la clandestinidad. Se le vio con vida por última vez el 15 de noviembre de 1992.

Según los dichos de Ramírez Rurange: “Mi general Pinochet sabía perfectamente quién era Eugenio Berríos”.

Rodrigo Sánchez Casillas

Si se relacionan los dichos de Ramírez Rurange con las otras declaraciones que constan en el expediente, los generales mencionados más arriba se contradicen. Ninguno de ellos ha reconocido, al menos hasta ahora, lo declarado por su colega.

El caso de Torres Silva es paradigmático. Durante su mandato en la Auditoría General del Ejército obstruyó la acción de la justicia en los distintos procesos por violaciones de los derechos humanos.

La declaración del ex jefe de la DINE, además, deja en mal pie a quien fue su reemplazante en el espionaje criollo, el general (R) Eugenio Covarrubias, quien asumió el mando en diciembre de 1992. Durante su mando Berríos fue asesinado.

Ramírez Rurange está sometido a proceso por el ministro Madrid en calidad de autor de los delitos de asociación ilícita y secuestro.

Es así y no es así

La confirmación de que hubo seis altos oficiales también vino ayer de parte del abogado Álvaro Varela, patrocinante de la familia Frei en la causa. “Está claramente probado y de primera mano, que la orden de la operación Berríos la dio Pinochet. Y ocurre que esa orden la dio además en presencia de varios generales y en un recinto militar”.

Mauricio Unda, representante de Ramírez Rurange, en tanto, dijo que no se referiría en profundidad a la declaración hecha por su cliente, pero explicó que éste “dio la orden reglamentaria de sacar y proteger al señor Berríos fuera del país y así se hizo, pero debe entenderse que proteger es hasta el momento en que la otra persona se reinserta laboralmente en el lugar y eso es todo”.

Pablo Rodríguez, defensor de Pinochet, aseguró ayer que su cliente “no ha tenido intervención de ninguna naturaleza ni conocimiento remoto de estos hechos”

A su entender, la petición de desafuero elevada el miércoles a la Corte de Apelaciones por el ministro Madrid se basa únicamente en que Pinochet en esa época era comandante en jefe del Ejército.

Sin embargo, las palabras de Rodríguez se contraponen con las declaraciones del propio magistrado, quien el miércoles aseveró que la solicitud no se debe a la responsabilidad de mando de Pinochet, sino a una “prueba directa”. LN