31 diciembre 2005

FAN, NAF, ANF, FNA, AFN, NFA: es lo mismo que Feliz año nuevo, en sus distintos órdenes


Comienza el sinuoso camino de los hechos. Altos y bajos moverán esa veleta incierta que gobierno nuestros pasos cotidianamente. Es el 2006. Hay elecciones, cierres de causas importantes en derechos humanos y corrupción, pero lo más importante es que el 2005, con su balance a veces insano, como un espejismo, dejó atrás el desagrado de las calidades humanas que se cayeron al tacho de la basura. La lista no es larga, pero importante. También hay otra, dedicada a mis amigos, a los que de verdad quiero.

Y otra, a quienes se borraron para siempre; que no existen, aún viviendo. Para ellos no hay habeas corpus de la memoria.

Este 2006 viene cargado de una energía calórica distinta; cromática distinta, afectiva distinta, laboral, y en fin. El cambio es un estado natural, siempre lo he sostenido. Por eso este 2006 he de recuperarlo como fórmula epistemológica que estuvo dormida por un tiempo.

Bien quiero agradecer a quienes estuvieron este año 2005 junto a mi, los que me criticaron, los que me apoyaron e incluso con quienes tuve profundas discrepancias. Todos fueron un importante factor para seguir adelante en momentos difíciles.

Por eso quiero desearles a todos, un buen inicio administrativo astrológico 2006. Que se cumplan los sueños, que nunca se olviden de tener uno nuevo por si el anterior no les resulta, que viajen como polizones de un barco, que descansen, que se enfiesten, que se emborrachen menos seguido de lo habitual y que hagan de sus trabajos, una forma de construcción de la historia.

Este posteo está dirigido a personas muy especiales. A saber Ermy Araya, silenciosa y ruidosa compañera de vida; Luis Narváez, sarraceno de lealtad inquebrantable; Andrés Rodríguez, mi hermano emprendedor; Andrea Chaparro, periodista de tribunales, a quien agradezco su atinada aparición; a Carlita Gallegos, mi “leche sur”, que con su humor “al máximo” alegró días grises y horas muertas.

Feliz año nuevo, nuevo año feliz, año nuevo feliz, nuevo feliz año, feliz nuevo año, tríada de palabras que, juntas o separadas, ordenadas o con un orden distinto, convocan al tiempo, convocan al cambio, convocan a una reflexión que comienza unas horas antes de la medianoche y que se va extinguiendo cuando la última hoja del calendario, como si se tratara de una piel, abandona el clavo que la sujeta, cae regular y volátil y se desintegra antes de tocar el piso. El reloj hizo su labor y nos trasladó, gratis, a una nueva etapa de nuestras vidas.

FAN (Feliz año nuevo)

25 diciembre 2005

El fin de la Navidad


El fin de la navidad marca el paso a una fecha verdaderamente importante: el año nuevo. Y este 2006 se prevé vendrá cargado de cosas, sobre todo la segunda vuelta entre Piñera y Bachelet que definirá, de hecho, el futuro laboral de muchas personas.

Pero lo que dejó el 2005, al menos en materia personal y que podría dar para jugosas historias en este blog, me las reservaré por ahora, sólo diciendo que el próximo tendrá un golpe de justicia (no periodístico, claro) y decisiones difíciles.

Este escrito tiene por objeto analizar también la navidad, que tiene una carga emocional difícil de subsumir en pocas líneas, pero que, para ser honestos con mis lectores, detesto. Sin embargo, no me explayaré sobre las razones ulteriores de esta molestia, sólo decir que a veces se me representa como todo el conservadurismo que no me gusta de Chile. Villancicos, ahora en todo tipo de versiones, incluso electrónicas, como “noshe de parz, noshe de amors”.

Por suerte esta etapa del año es fugaz, sólo dura un día, donde se debe desear “buenas fiestas” o “feliz navidad” a cada persona que uno conoce. Por mi parte, nunca he participado en el amigo secreto, que también no me gusta. Suelo elegir a quien destino mi dinero como señal de afecto. Este jueguito, no es una de ellas. Algunos me han dicho que me parezco al señor Scrooge, inglés egoísta y explotador que la noche de navidad es visitado por la muerte quien le representa en un viaje un tanto aterrador, todos sus miedos y sus demonios.

Esta navidad, por suerte, tomé ravotril. Me cagué a la muerte y no pudo visitarme, porque aún no está preparada para lidiar con estos nuevos fármacos contra la ansiedad.

En cualquier caso, el año nuevo no me lo pierdo. Me encantan los fuegos artificiales (partificiales, solía decir cuando niño), los abrazos, la champaña y las cumbias de Tommy Rey.

Para este 2006 espero también soltar y publicar mi segundo libro, para entrar de lleno en el tercero, que ya me tiene un tanto ocupado.

Y como no soy supersticioso, aprovecho antes de tiempo desearles a todo que la evaluación que hagan del 2005, antes de la medianoche del 31 de enero, sea buena, importante y que el venidero, sea mejor para todos. Incluso para aquellos que no gozan de mi simpatía ni mi cariño. Todos se lo merecen.

Feliz 2006