29 mayo 2006

El contacto de Augusto Pinochet hijo en Investigaciones


Gustavo González González llegó a ser jefe nacional de Extranjería y Policía Internacional

En 1991, cuando debía huir del país con ayuda del Batallón de Inteligencia del Ejército, Pinochet Hiriart, antes de abordar un avión de la FACH, le pidió a un “detective amigo”, que chequeara la identidad falsa con la que viajaría por si tenía algún problema.

JORGE MOLINA SANHUEZA
La Nación



El ministro en visita Alejandro Madrid, que sustancia la investigación por el homicidio del químico de la DINA Eugenio Berríos, acreditó un episodio hasta ahora desconocido de Augusto Pinochet Hiriart, hijo mayor del ex dictador.
Se trata de un contacto que mantenía este último al interior del alto mando de Investigaciones hasta fines de 2003, que más de alguna vez consultó vía telefónica para obtener información.
La historia comienza a fines de 1991, cuando Pinochet Hiriart se vio involucrado en el caso de los “pinocheques”. Aproblemado por sus problemas judiciales, relata, se quedó sin trabajo, “por lo cual decidí irme del país”.
“Para ello hablé con el entonces secretario general del Ejército, coronel Jaime Lepe Orellana, quien me envió a hablar con el comandante del Batallón de Inteligencia del Ejército (BIE), Manuel Provis, donde se decidió que saliera hasta Argentina en el avión correo de la FACH”, revela.
En el BIE se le proporcionó la identidad de un suboficial y la Compañía de Apoyo Técnico lo caracterizó con bigotes para que se pareciera al sujeto de la fotografía.
“Esta operación no resultó ya que una vez en el aeropuerto, donde me contacté previamente con un amigo de la Policía de Investigaciones de nombre Gustavo González, chequeó la identidad y comprobó que tenía una orden de aprehensión pendiente, no pudiendo usar el avión FACH, debiendo pernoctar una noche en el BIE”, sigue.
Relacionador público
Casi doce años más tarde, en 2001, el mismo González esta vez convertido en prefecto y jefe nacional de Extranjería y Policía Internacional, aparece firmando un informe enviado reservado al entonces jefe del Departamento Quinto, donde entrega todas las entradas y salidas del país de Augusto y Marco Antonio Pinochet para el caso Berríos. Actualmente es el relacionador público de Círculo de Oficiales en Retiro de la institución.
Pinochet Hiriart abandonó Chile al día siguiente, asegura, con su identidad real, y llegó a Buenos Aires, Argentina, acompañado del jefe de la Unidad Especial de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE) Arturo Silva Valdés y se reunió con el entonces agente residente del servicio secreto del Ejército Carlos Narea González.
Este último, con un falsificador de documentos conocido como “Beber”, le consiguió identidad falsa para que viajara a Brasil y luego a España.
La lógica de esta historia y sus vínculos con la muerte de Eugenio Berríos tienen dos aristas. La primera que le ha permitido a Madrid llegar a la convicción de que la inteligencia militar de la época sacaba personas de Chile para obstruir la justicia. Es el caso de Berríos, quien fue sacado de Chile con destino a Uruguay en octubre de 1991, pocos días antes de la salida de Pinochet Hiriart. Una segunda pista la constituye la estadía en la república oriental de este último en abril de 1993, a sólo meses de que estallara el escándalo por la estadía del químico en ese país.
Una más
Según la declaración de Pinochet Hiriart, su estadía en Montevideo se debió a un tratamiento de rehabilitación, ya que su esposa le había disparado en una pierna.
Uno de sus visitantes cotidianos al departamento que tenía arrendado en esa capital era precisamente el coronel Tomás Casella. Este último fue extraditado a Chile junto a dos militares activos, los oficiales Eduardo Radaelli y Wellington Sarli, procesados por Madrid como autores de asociación ilícita, secuestro y homicidio de Berríos.
En la causa está establecido que el químico fue asesinado entre abril y junio de 1993.
Sin embargo, dentro de este mismo proceso no es la primera vez que ocurren las filtraciones. Un hecho similar sucedió en octubre de 1991 cuando un detective le avisó al propio Berríos que la policía le buscaba para que declarara en el caso Letelier.
El delator fue el detective de narcóticos Felipe Ríos, quien a su vez recibió una información de que había traficantes de droga queriendo entregar información, oportunidad en que conoció a Berríos, quien le comentó ciertos embarques de cocaína que saldrían de Chile hacia Europa. Como los datos de este último no le parecieron reales, Ríos no hizo más contacto, pero cuando se enteró que el entonces ministro Adolfo Bañados, que llevaba el caso Letelier requería al químico en la causa, fue hasta su casa y le contó. LN