18 julio 2006

Fiscal interroga a Contreras por denuncia de Marco A. Pinochet

* Prosecutor antimafia se constituye hoy en penal Cordillera

* Héctor Barros se reunió ayer también con el ministro del caso Huber, Claudio Pavez, a quien le pidió una copia del informe donde el ex jefe de la DINA acusó que los Pinochet se enriquecieron con el narcotráfico.

Jorge Molina Sanhueza

El fiscal jefe de crimen organizado de la Fiscalía Regional Sur, Héctor Barros, interrogará hoy al ex director de la DINA, general (R) Manuel Contreras Sepúlveda, en el penal Cordillera, en el marco de la “denuncia calumniosa” interpuesta por Marco Antonio Pinochet, hijo del ex dictador.

La diligencia se realiza en el marco del informe que entregó el ex jefe de ese servicio represivo al ministro del caso Huber, Claudio Pavez, donde asegura que Pinochet y su familia se enriquecieron con dineros provenientes del narcotráfico, dichos publicados por La Nación Domingo el 9 de junio.

La competencia del fiscal Barros para investigar los dichos de Contreras se inició luego que el Undécimo Juzgado de Garantía acogiera a tramitación la acción legal interpuesta por Marco Antonio, a través de su abogado Luis Pacull.

Por esta razón, Barros se reunió ayer por la mañana con el ministro Pavez, en su despacho de la Corte de Apelaciones de San Miguel, donde mediante un oficio formal le solicitó copia del documento enviado por Contreras. El informe en cuestión llegó ayer por la tarde a la oficina del prosecutor especializado en delitos mafiosos.

La fuente

El origen de los dichos de Contreras proviene de la declaración de un ex espía del Ejército, mayor (R) Abel Sepúlveda Gutiérrez, quien aseguró ante el juez Pavez que el coronel Gerardo Huber Olivares -asesinado en 1992 por su vínculo con el tráfico de armas a Croacia- tenía vínculos de amistad con el ex jefe de la DINA.

Por esta razón, el magistrado decidió tomarle declaración en el penal Cordillera, donde cumple condena por la desaparición del militante del MIR Miguel Ángel Sandoval, pero como se alargó demasiado la diligencia le pidió que sus dichos quedaran estampados en un informe.

Ahora bien, el fiscal Barros debe investigar si la denuncia hecha por Contreras es verídica y sobre esa base resolver si continúa adelante con la indagatoria -que podría entregar elementos nuevos respecto a si los Pinochet se enriquecieron con el narcotráfico- o bien derivar la presentación al Juzgado de Garantía para que se aplique el “procedimiento simplificado” o bien al antiguo sistema procesal si es que encuentra nuevos delitos.

Encuentros

De allí que el prosecutor de crimen organizado se reunirá en los próximos días con el ministro Carlos Cerda, que sustancia el proceso por la fortuna de Pinochet en los paraísos fiscales, como también con el magistrado Alejandro Madrid, que tramita la causa por el homicidio del químico de la DINA Eugenio Berríos Sagredo.

Cabe recordar que Contreras dijo que este último era quien fabricaba cocaína en el Complejo Químico del Ejército en Talagante, la que era comercializada por Marco Antonio, el empresario de origen sirio Edgardo Bathich, y distribuida en Europa por el tío político de éste, el traficante de armas y drogas Monser al Kassar.

Esta operación, según Contreras, contó con la autorización de Augusto Pinochet y con el silencio que se le impuso a Huber, quien habría sido asesinado no sólo por estar vinculado al tráfico de armas antes mencionado, sino por el conocimiento que tenía de las operaciones de droga que hacía su hijo Marco Antonio. LN

17 julio 2006

Piloto de Augusto Pinochet confesó haber lanzado al mar a cinco frentistas en 1987

* EL “CHINO CAMPOS” CARGÓ LOS CUERPOS EN PELDEHUE Y LOS DEJÓ CAER FRENTE A LAS COSTAS DE SAN ANTONIO.

* Las víctimas fueron inyectadas con un veneno que les quitó la vida, por un enfermero de la CNI apodado “el Quincy”, quien se suicidó hace cuatro años.

Jorge Molina Sanhueza

Un hombre al que Augusto Pinochet siempre le confió su vida fue quien rompió el silencio en el proceso por la desaparición de los cinco militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), ocurrido en 1987, sustanciado por el ministro Hugo Dolmestch.

Apodado el “Chino Campos” por sus camaradas en el Comando de Aviación del Ejército -y uno de los pilotos de confianza del ex dictador- contó hace algunas semanas al magistrado cómo en septiembre de 1987, su jefe, el coronel Mario Navarrete, le ordenó usar uno de los helicópteros institucionales para viajar junto a un subalterno hasta la zona de Peldehue a buscar unos paquetes. Estos últimos eran nada menos que los cuerpos de los frentistas Gonzalo Fuenzalida Navarrete, Julio Muñoz Otárola, José Peña Maltés, Alejandro Pinochet Arenas y Manuel Sepúlveda Sánchez, quienes habían sido detenidos días antes por agentes de la desaparecida Central Nacional de Informaciones (CNI), para canjearlos por el coronel Carlos Carreño, secuestrado por el grupo paramilitar de izquierda.

Viaje secreto

El ministro Dolmestch hizo un verdadero trabajo de joyería junto con la Policía de Investigaciones en este caso. Y ello, porque el círculo estaba completamente cerrado y compartimentado en torno al manejo de la información sobre estos hechos. Pero el tiempo pudo más.

El “Chino Campos” relató que para dicha operación viajó junto a su copiloto, un oficial que aún está en servicio activo en la institución, en una agregaduría militar en Europa, cuya identidad este medio se la reserva hasta que, posiblemente, el ministro lo procese en los próximos días.

De hecho el jefe de la Brigada de Asuntos Especiales y Derechos Humanos, Rafael Castillo y su colega Mario Zelada, recorrieron el viejo continente buscando precisamente a un testigo clave para el proceso.

Para el caso del oficial activo, y como ha sido la tendencia en el Ejército con los funcionarios que estén involucrados en casos de violaciones de los derechos humanos, será alejado de la institución.

Pero el hecho de que se haya ocupado uno de los helicópteros de Pinochet no era una prueba suficiente, salvo porque el “Chino Campos” aseguró en su testimonio que la orden provino del ex dictador.

Pasos macabros

¿Pero cómo se configuró la operación? El ministro Dolmestch acreditó que la misma estuvo separada en tres etapas. La primera de ellas fue la detención de los frentistas. Por ese hecho -que sirvió en primera instancia para que fueran luego asesinados- están sometidos a proceso desde el 2002, el jefe de la CNI, general (R) Hugo Salas Wenzel, el comandante (R) Krantz Bauer Donoso, mayor (R) Álvaro Corbalán, capitán (R) Luis Sanhueza Ros; los suboficiales (R) Manuel Ramírez y René Valdovinos y los empleados civiles de Ejército César Acuña, Manuel Morales, Luis Santibáñez y Víctor Ruiz Godoy.

Ahora bien, el ministro tiene una segunda convicción. Una vez detenidos los frentistas la orden venida desde el alto mando fue que el régimen no negociaba con terroristas. La sentencia de muerte entonces estaba firmada.

Fue así como en la CNI se designó a Francisco “Gurka” Zúñiga para que coordinara con el Ejército esta operación. El magistrado confirmó entonces cómo se consiguieron los fierros para amarrarlos a los cuerpos y lanzarlos al mar frente a San Antonio.

Rieles de la muerte

A fojas 1.655 del proceso declaran Romilio Lavín, por entonces jefe del cuartel Loyola, donde se arreglaban los autos de la CNI y su subordinado el oficial (R) Adrián Herrera Espinoza. El primero aseguró que Zúñiga le pidió “unos rieles que serían la base de un box de estacionamientos” que se construía, pero no se los entregó.

Sin embargo, una vez que abandonó el cuartel, supo que Zúñiga había vuelto a sus andanzas y, a través de una orden de Salas Wenzel, logró que Herrera Espinoza entregara los “materiales”.

“Fui informado, no recuerdo por quien, que retiraban unos trozos de rieles para un operativo que se iba a realizar en la noche por agentes operativos de la CNI”, dijo en su testimonio a fojas 1.723.

Pero el detalle más escalofriante vendría en la segunda etapa. Los frentistas, estando detenidos en el cuartel Borgoño de la CNI, fueron inyectados por un enfermero apodado “El Qüincy” con un veneno que los mató. Este verdadero doctor de la muerte se suicidó hace aproximadamente tres años en su casa.

Una tercera etapa fue el traslado hasta la zona de Peldehue, donde el rastro de los frentistas se perdió para siempre.


Carreño y la mano de la DINE

Hasta ahora en el proceso tramitado por Dolmestch existen algunas presunciones de que el secuestro del coronel Carlos Carreño habría sido digitado por la entonces Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE). Los dichos y no confesiones, pertenecen a algunos agentes de la CNI.

Sin embargo, hasta ahora, no existe claridad en torno a estas versiones, salvo los dichos del propio Carreño, quien ha manifestado sus dudas al respecto, luego que se descubriera que una de las vertientes para la fortuna de Pinochet era el tráfico de armas.

Quien fuera uno de los cerebros en la venta de armas a Irán desde Famae ha declarado en varias oportunidades ante Dolmestch sobre estos hechos.

Dolmestch, el hombre de las paciencias largas que jurará como supremo

El magistrado, recién confirmado por el Senado para integrar la Corte Suprema, se apresta a dar el último golpe de su carrera como juez instructor antes de subir al máximo tribunal a resolver los criterios mayores de la Segunda Sala (penal).

Conocido por tener una llegada humana a los agentes relacionados con las violaciones de los derechos humanos, ha logrado aclarar todos los casos anteriores a la desaparición de los cinco frentistas, como la Operación Albania, el homicidio del periodista José Carrasco y uno posterior como fue el asesinato del vocero del MIR, Jeckar Neghme en septiembre de 1989, cometido también por agentes de la CNI.