05 noviembre 2009

Dedicada a ti...

Tengo sal en el alma para que dure hasta el próximo invierno.

No me privo de lágrimas, nada es eterno.

Observo tus ojos tristes mirando a este témpano en que se ha vuelto mi cuerpo.

Y no logro entender que ya no te quiero.

Te busco y te encuentro corriendo en la casa, observo tus manos, tu pecho, tu espalda.

Paseas desnuda, buscando un alero, me buscas a mí, pero ya no te espero.

Descubro una idea para serte sincero, me tomas la mano y me desespero.

Te robo los besos, esos que requiero, pero entre tanta sal, tampoco los siento.

Me voy alejando, desapareciendo, al final del camino, hay otro horizonte, donde ya no estás tú, quién sabe dónde.

Fue el último abrazo, aquél de la partida, te fuiste alejando, más allá de mi vida.

Y siempre allí estarás, en un trocito de mi alma, bien guarecida.

Porque ése es el recuerdo, no la memoria perdida.

Añoro tu calor, mi niña dolida.

Mira de frente con tu ropa ceñida.

Tus manos de perla harán de vigía.

Y cuando mañana sientas que no estás perdida, seré entonces una estrella, una analogía.

El sol ya se puso, la noche es tan fría. No estás a mi lado, si no a la deriva. Te siento, te siento y ya no eres mía.

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