11 enero 2010

La CNI quiso atentar contra Eduardo Frei en una casa de Papudo

Ex agente lo declaró en un cuaderno secreto


Un carabinero, miembro de la Brigada Político Sindical que espiaba al asesinado mandatario –cuya identidad se mantiene en reserva en el expediente- explicó que el organismo represivo quiso asesinarlo en 1981 en la casa del ex embajador de Chile en Venezuela, Hernán Elgueta. En tanto, el general ( R) Hernán Ramírez Rurange –ex edecán de Pinochet- manifestó en una de sus declaraciones ante el juez Madrid que el general Manuel Contreras comentaba que la muerte del ex Presidente fue obra de la Dirección de Inteligencia del Ejército y la CNI.

Luego que la Corte Suprema rechazara a fines de 2009 los recursos de amparo de cuatro de los seis procesados por el homicidio del ex Presidente Eduardo Frei Montalva, la causa toma un nuevo rumbo, aún cuando falta que la Corte de Apelaciones de Santiago resuelva la inhibitoria presentada en contra del ministro instructor, Alejandro Madrid, que lo mantiene momentáneamente fuera del caso.

Sin embargo, todavía faltan por conocerse muchos detalles del proceso que hasta ahora se encuentran bajo la estricta reserva que les ha impuesto el magistrado, quien guarda todas y cada una de las piezas del expediente en la caja fuerte del tribunal, donde se encuentran acreditados los hechos que llevaron a la muerte de Frei en la Clínica Santa María, en enero de 1982.

Una de estas informaciones se encuentra en uno de los cuadernos secretos que Madrid envió al máximo tribunal para que resolviera las presentaciones del chofer de Frei, Luis Becerra, del ex CNI Raúl Lillo Gutiérrez y del doctor Patricio Silva, todos procesados como autores; y del ex médico de la DINA, Pedro Valdivia, encausado en calidad de cómplice.

En dicha parte del sumario existe una declaración, hasta ahora desconocida, que prestó un ex carabinero, quien era miembro de la Brigada Político Sindical de la CNI -dirigida por Lillo Gutiérrez- donde revela la operatoria del espionaje al ex Mandatario durante la dictadura militar. Este declaró que en 1981 “la CNI quiso atentar contra Eduardo Frei en una casa de Papudo”.

El nombre de quien entrega el testimonio, según constató El Mostrador, aparece borrado en la declaración, para proteger la identidad del ex agente y evitar que se filtrara, aunque se halla individualizado en una resolución dictada por Madrid, incoada en otro tomo del caso.

El abogado querellante de la familia Álvaro Varela, preparaba un escrito que presentará en la semana al ministro Mario Rojas -quien reemplaza momentáneamente a Madrid- para que la Universidad Católica ponga a disposición algunas muestras del ex Mandatario que aún estarían guardadas en el recinto.

Si se sigue la lógica investigativa del ministro, la información para un eventual atentado, la CNI debió obtenerla mediante el informante Luis Becerra, quien fue reclutado por Lillo, debido al inmejorable vínculo de confianza que tenía con la familia Frei. Becerra, en todo caso, no era el único dentro de la DC que entregaba información.

Hernán Elgueta no era cualquier persona. Se trataba de uno de los amigos íntimos de Frei, con quien jugaba golf los fines de semana en el mencionado balneario y fue precisamente quien recibió un llamado anónimo cuando Frei estaba internado en el centro asistencial privado. “Frei está siendo envenenado”, le indicó aquella voz. Cuando lo escuchó, viajó a Santiago de inmediato para advertirle a la familia.

Si bien es cierto el agente no entrega detalles del cómo se realizaría el magnicidio en 1981, lo cierto es que en Papudo se daban las condiciones inmejorables para que el auto en el que viajaba sufriera un accidente. Los dichos del ex carabinero agregan un elemento más a las presunciones con las que Madrid sostiene la teoría de que Frei fue asesinado por los servicios de seguridad del régimen, sólo que de acuerdo a su teoría, se hizo con Talio y Gas Mostaza, para que fuera menos visible.

FUTURO PROCESAL

La revelación, que consta en el cuaderno secreto, es coincidente con los dichos vertidos la semana pasada por el abogado del Consejo de Defensa del Estado (CDE), Rodrigo Quintana. Este último, en una entrevista otorgada al diario La Segunda indicó: “Hablamos de la implicancia de la CNI, ¿hasta dónde?… es lo que viene”.

Parte de los dichos de Quintana se sustentan en los antecedentes que existen en el proceso, pero también en otro caso que lleva el mismo Madrid, que está íntimamente ligado al crimen. Se trata del envenenamiento del que fueron objeto cuatro miristas en la ex Cárcel Pública el 7 de diciembre de 1981. El mismo día en que Frei cayó grave en la clínica Santa María.

Ricardo y Elizardo Aguilera, Guillermo Rodríguez Morales y Adalberto Muñoz Jara lograron salvarse, pero dos reos comunes fallecieron por obra de la toxina botulínica, agente que fue traído en 1981 desde Brasil por el Instituto de Salud Pública (ISP) de la época y que fue a parar a las dependencias del Laboratorio de Guerra Bacteriológica del Ejército, ubicado en Carmen 339, donde hoy funciona el Archivo Judicial. Y mientras los militantes de izquierda se hallaban en la Posta Central conectados a un respirador mecánico, éste se incendió sin explicación aparente.

Los hechos están acreditados por Madrid luego de una investigación hecha por el detective Nelson Jofré en el ISP y descritos en el capítulo 17 del libro Crimen Imperfecto.

Pero hay al menos otros elementos relacionados a la aplicación de venenos, que también llaman la atención. Uno de ellos revelado por el propio Lillo Gutiérrez al juez Madrid, a quien le indicó quefue el químico de la DINA, Eugenio Berríos, el que le confesó que había envenenado a los miristas mencionados en 1981, como también a otras personas.

Lillo Gutiérrez (cuya chapa era Manolo) trabajó en la DINA, en la CNI espiando a Frei y a principios de los 90 pasó a formar parte de la llamada Unidad Especial de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE). Junto a otros agentes sacaron de Chile en octubre de 1991 a Berríos y lo asesinaron en Uruguay a principios de 1993, cuando Pinochet hacía una visita a ese país. Lillo Gutierrez junto a más de 10 personas –entre ellas el director de la DINE, general (R) Eugenio Covarrubias- están procesados por el ministro Madrid, en distintas calidades, por asociación ilícita, secuestro y homicidio.

EL MAMO, OTRA VEZ

Pero no son las únicas pruebas y presunciones que Madrid tiene en el expediente. Existen otras, como por ejemplo lo dicho por el ex director de la DINE a principios de los 90, Hernán Ramírez Rurange. Este último en 1982 era el edecán de Pinochet y fue quien mantuvo contactos con el doctor Patricio Silva antes de que éste operara a Frei, según declaró ante el magistrado.

Ramírez Rurange manifestó que después de la muerte del ex Mandatario, el ex director de la DINA, Manuel Contreras, comentaba que esta había sido una operación de la DINE y la CNI.

De hecho, Madrid le consultó a Ramírez Rurange por dos operaciones conocidas como “Olimpo” y otra “Yngecto”, respecto de las cuales existen sospechas que pudieron haber sido el inicio de la producción de toxinas que siete años más tarde terminaron con la vida de Frei.

Ramírez Rurange dijo que la primera “se trató de algo meramente militar y de seguridad nacional, mientras que la segunda, me parece, que puede ser de contraespionaje”.

En tanto, al cierre de esta edición, el abogado querellante de la familia Álvaro Varela, preparaba un escrito que presentará en la semana al ministro Mario Rojas -quien reemplaza momentáneamente a Madrid- para que la Universidad Católica ponga a disposición algunas muestras del ex Mandatario que aún estarían guardadas en el recinto.

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