10 diciembre 2005


Cambio. Cambio como una veleta obligada por el viento, como el color de tu pelo cuando el sol le golpea, mientras broncea tu piel en la playa de Tunquén.

Son segundos. Son minutos. A veces horas y días. Pocas veces años. Pero son. Son como esos bárbaros atilas que nos manda la mente, si parafraseamos al maestro Vallejos. Cambio. Modificación. Intersticio. Momentum.

A veces quisiera que todo fuera una línea: el alma, la vida, que la tierra no fuera redonda y que Cristóbal Colón hubiera pasado por un loco a la historia, para nunca darnos cuenta de que todo es redondo, lábil, gris medio, como en la fotografía.

Soy ciego y al mismo tiempo veo más allá del horizonte; soy viejo, pero con la rebeldía de un quiceañero, soy duro, con la inocencia de niño, soy un asesino a sueldo, pero con la ética de un santo; voy viendo cada detalle de la realidad, como si fuera un jefe de control de calidad y al mismo tiempo deseo que la producción no sea perfecta, para mofarme de mí. Una flor de contradicciones.

Qué me espera con el próximo viento. Qué rayos asolarán la tierra. Qué oblicuidades perpetuas se esconden más allá de mis propias manos. Hoy no he querido usar el signo de interrogación porque va en contra de este viento norte que sopla como si se tratara de una sorna unas horas antes de que el país elija quiénes pasarán a la segunda vuelta. Así van las apuestas... viento norte, viento sur, viento este, viento oeste. Soy cada uno de ellos. El múltiplo de cada uno, y la división por cualquiera de sus múltiplos. Sí, es verdad, hoy soy mi propìo Torquemada.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Quieres quemar el sol. Y eso, es imposible.

Luciana dijo...

http://donanonimo.blogspot.com/

Nada que ver, pero quizas ahuyente la idea que el viento sopla.

Jessica dijo...

Necesito hacer una locura al día para no volverme loco, dijo Vicente Huidobro y tenía razón. ¿Quién puede no ser contradictorio? Creo que tus palabras reflejan en todo caso, el dolor del cambio que vivimos en las transiciones interiores, esas que a veces nos desgarran.